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Desde que Francisco Vázquez se echó al monte del oportunismo y la demagogia progre no dice más que insensateces. Esperemos que sea una erupción llamativa pero breve y que después de Navidad recupere el seso, por el bien de La Coruña, de España y hasta del PSOE. Le ayuda poco que sus líderes menos contaminados se muestren tan pochos.
 
Lo que dijo José Calvo Sotelo es exactamente lo contrario de lo que ha dado a entender Vázquez en TVE. Dijo que "prefería una España roja a una España rota", quizás porque el sentido nacional, a diferencia del PSOE, es algo que siempre ha calado muy hondo en la derecha, ayer y hoy. También hoy preferiríamos muchos liberales, o sea, derechistas abominables, una España roja a una España rota. Lo malo es que, como entonces, la España roja y la rota van de la mano. En el 34 se unieron los golpistas del PSOE a los separatistas catalanes y hoy las cosas van por el mismo camino. Que sea presidente de Cataluña Maragall o Mas sólo les preocupa a los socialistas, cuyo sectarismo les hace abrazar cualquier cosa que huela a poder y huir de todo lo que les aleje del Presupuesto. Pero es que Maragall prefiere a Carod Rovira antes que a Piqué. Españolistas que son.
 
El problema es que esta izquierda que sólo tiene de rojo ya el rubor que produce y la escarlatina económica que acarrea está dispuesta a abdicar de cualquier idea nacional con tal de tocar poder y no vacila en unirse a los separatistas más desorejados con tal de no sentirse fuera del Poder. Una política que, por cierto, les está llevando a perderlo del todo. Si el PSOE quiere ser tan rojo como Vázquez, o sea, poco, pero luchar contra la España que tantos quieren romper, será la derecha la primera en aplaudir. Pero si ya no se deja aplaudir ni el alcalde de La Coruña, ¿dónde queda ese PSOE? ¿Cuál es su idea de España? La Derecha le compraría cualquiera, pero ya las ha malbaratado todas.

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