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Alberto Míguez

Los réditos de la retirada

Aunque a muchos les parezca traído por los pelos, la presencia del ministro de Defensa británico en Gibraltar acompañado de una fragata y varios buques de guerra recién llegados de Irak tiene mucho que ver con la retirada compulsiva de las tropas españolas de Diwaniya. Son los réditos de la estampida.
 
Aznar perdió la oportunidad de plantearle a su amigo Blair una salida para el caso de Gibraltar. Como era un asunto complicado y con varios siglos de antigüedad, prefirió no molestar al amigo Tony con aquellas pretensiones y las cosas siguieron como siempre, es decir, entre provocación y burla. Sus primeros – y pésimos- ministros de Exteriores, Matutes y Piqué, mintieron inventándose planes imposibles y proyectos fantásticos (la cosoberanía en seis meses, llegó a decir Piqué) para ver si colaba. No coló. Los llanitos se crecieron y los británicos se carcajearon, como siempre de aquellos infelices ibéricos.
 
Vino después lo de Irak y la luna de miel del trio de las Azores. Era ése el momento de pedir cambio de tanta entrega algún gesto para Gibraltar mientras poníamos la carne en el asador y mandábamos a nuestros chicos a batirse el cobre. Eso lo hubiera entendido hasta Bush, que ya es decir pero Tony miró hacia otro lado y silbó entre dientes.
 
Después llegó ZP y la diplomacia fofa. Los británicos saben ahora que aunque se burlen de los jóvenes y jovenas de Madrid, no pasa nada: se encogen y dicen cosas como que la presencia del Tireless, de la princesa Ana y del ministro Defensa por el tercer centenario son inoportunas. Que tiemble la pérfida Albión porque Curro Moratinos dará una conferencia de prensa en las próximas horas. Ozú, qué miedo.

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