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Alberto Acereda

Las mismas mentiras

La perspectiva histórica es siempre saludable. Pero a los ojos de los falsificadores de la verdad, EEUU era, es y seguirá siendo el estado opresor, el demonio imperialista, el gran invasor

La historia se repite y la distorsión de la realidad en algunos medios de comunicación también. Para EEUU la cuestión no es trivial pues esa distorsión procede de los sectores más antiamericanos del planeta: los del mundo árabe radical, los del asiático que luego pide ayudas, o los del europeo ambiguo al que se agarra la España socialista. La distorsión procede también de algunos de los medios de comunicación en el seno mismo de EEUU. Y así, las acusaciones, alarmas y mentiras sobre la "invasión" norteamericana en el Bagdad post Sadam son las mismas, casi calcadas, que aparecían hace medio siglo sobre el Berlín post Hitler. Así lo muestra el lúcido artículo del periodista Mark R. Levin publicado en el National Review.
 
Las hemerotecas no mienten. Por eso, revisando varias noticias y artículos aparecidos en el New York Times, Mark R. Levin muestra documentalmente cómo muchas de las críticas de ese mismo periódico sobre el fracaso y el caos estadounidense en la posguerra iraquí tienen idénticos paralelos con el alarmismo que cincuenta años antes ese mismo diario apuntaba sobre la posguerra alemana. Ya conocemos las dudas pasadas del New York Times ante un presidente como Harry S. Truman y también el odio presente a la figura de George W. Bush. Por eso no está nada mal recordar y comparar esas acusaciones al hilo de la investigación de Levin.
 
En los meses finales de 1945 el New York Times relataba con enfáticos titulares a sus lectores el odio de los alemanes a los EEUU, el incremento de los ataques contra las tropas americanas, la posibilidad de perder la posguerra frente a los insurgentes alemanes, los errores en el entrenamiento del nuevo ejército alemán, los fallos estratégicos del gobierno de Washington, el resentimiento local ante los "invasores" norteamericanos, las serias dudas sobre la posibilidad de realizar elecciones democráticas en enero de 1946 en Alemania… y así todo. Hoy, medio siglo después, aquel supuesto caos nos suena bastante familiar. Sustituyan Alemania por Irak, o alemanes por iraquíes. Verán que son las mismas falsas alarmas, la misma manipulación, los mismos obstáculos, las mismas mentiras.
 
Son también las mismas falsedades que un "intelectual" (uno más, como tantos otros de entonces, padres de los de ahora) narraba como corresponsal para la popular revista Life Magazine el 7 de enero de 1946. Hablamos del "distinguido" novelista John Dos Passos que, en su crónica títulada "Los norteamericanos están perdiendo la victoria en Europa", machacaba sobre la ignorancia de las tropas norteamericanas, la corrupción y la desorganización de la posguerra bajo el mando estadounidense, el fallo en las negociaciones, la falta de un verdadero plan de reconstrucción y, en fin, todos los errores imaginables de EEUU en aquella posguerra alemana.
 
La historia nos ha mostrado afortunadamente que los cronistas del New York Times y también aquel novelista reconvertido del Life Magazine se equivocaron. Porque aquella "ocupación" e "invasión" de EEUU en Alemania salvó a millones de alemanes y europeos del totalitarismo nazi. Porque aquello acabó con el holocausto judío. Porque medio siglo después, y con el Plan Marshall y Kosovo por medio, gracias a EEUU –otra vez– ha sido posible tener elecciones democráticas en Afganistán. Y porque en sólo unos días veremos –aunque a muchos les pese– las primeras elecciones libres en un Irak democrático que devolverá paulatinamente la libertad a sus ciudadanos. Entre Irak y Afganistán serán ya cincuenta millones de personas las liberadas de la tiranía gracias a EEUU y sus aliados. Y si no, cuenten.
 
La perspectiva histórica es siempre saludable. Pero a los ojos de los falsificadores de la verdad, EEUU era, es y seguirá siendo el estado opresor, el demonio imperialista, el gran invasor. Estas son, en fin, las mismas distorsiones que, por ejemplo, pueden leer cada día enEl Paísu oír en laCadena Ser, tan amiga de fonotecas. La grandeza de la democracia es que nos permite vivir en libertad, aunque para ello debamos sufrir las continuas manipulaciones de quienes se escudan en la libertad para atacarla. Y eso pasa incluso en el seno mismo del país que más defiende, ampara y difunde esa misma libertad, o sea EEUU. Y a quien no se lo crea, que se dé una vuelta y compare. Feliz 2005.

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