Menú
Agapito Maestre

ZP, escuche al pueblo

A mí Ibarreche y Zapatero me hacen pensar, no en dos señoritos gaditanos con ganas de guasa, sino en dos traficantes de órganos que le recomiendan serenidad y calma al paciente secuestrado al que le van a extirpar un riñón

ZP salga a la calle y hable con sus conciudadanos. Los tiene usted asustados. La gente no sabe dónde vamos. Cosa grave para la gobernabilidad de una nación. ZP no siga con el engaño. Corte ya con los nacionalistas o nadie creerá jamás en algo que se llama socialismo. Usted está jugando villanamente con la ciudadanía, cuando recibe a Ibarreche y no cuestiona las barbaridades de sus socios de ERC. Explique sus pactos con los nacionalistas, con todos, con los de ERC y con sus compañeros de ETA-Batasuna, o convoque elecciones. Déjese ya de engaños, pantomimas y risitas. Usted, y su compañero Maragall, quieren imponer un régimen político sin contar con los millones de votantes del PP y tomándoles el pelo a sus propios votantes.
 
Aunque usted sólo hable con Maragall, sólo preste atención a los secesionistas y no quiera oír las conversaciones de sus conciudadanos, señor ZP siempre habrá gente que le recuerde lo que está pasando. Siempre habrá alguien que le recuerde que su descrédito es permanente y va en aumento. Pocos creen en usted. Me refiero a ciudadanos serios. De los otros, de la plebe, no hablo. Por supuesto, los socialistas serios, la gente que está hasta la coronilla de que los llamen a la calma, a la serenidad y a otras ñoñas imbecilidades consideran que es usted peor, mucho peor, que Ibarreche y sus socios en el Parlamento vasco de ETA-Batasuna.
 
ZP, olvídese de seguir engañando a la ciudadanía con sus pamplinas y, lo que es peor, con medidas populistas o comprando periodistas. Ya es demasiado tarde. Fíjese, señor ZP, que incluso hay militantes socialistas, gentes de base,  que creen que usted nos lleva a otra guerra civil. El juicio es duro, pero le prometo que  he oído ese comentario en boca de militantes socialistas. Y es que, señor ZP, siempre habrá alguien para recordar sus barbaridades.
 
Calma, serenidad y mano tendida, decía el secesionista el otro día,  no son esas palabras las mismas que usted utiliza. Por cierto, a propósito de la palabra serenidad, me envía el amigo Aquilino Duque un correo electrónico que quizá le pueda interesar. Es una historia corta pero ejemplarizante. Hela aquí sin quitar ni poner nada: “Al inaugurarse el pantano de Bornos, entre las atracciones de que se le dotó hubo un vapor de ruedas como los del Misisipí y, para acentuar el color local, los promotores trataron de convencer a un pícaro de la zona, previamente embriagado, de que se disfrazara de pirata con pata de palo auténtica. “Total, para lo que te sirve a ti esa pata que tienes ahí… En cambio, fíjate lo de dinero que vas a ganar con una de palo en su lugar”. Ya estaba el hombre medio convencido, pero al ver el serrucho se le quitó la borrachera y se volvió atrás del trato. A mí Ibarreche y Zapatero me hacen pensar, no en dos señoritos gaditanos con ganas de guasa, sino en dos traficantes de órganos que le recomiendan serenidad y calma al paciente secuestrado al que le van a extirpar un riñón, explicándole que no se va a enterar siquiera y que además con un solo riñón puede seguir viviendo como antes.
 
Lleva mucho tiempo la clase política y periodística anestesiando a la nación para que no reaccione cuando le vayan a amputar esta o aquella región, es decir, para que “no se crispe” cuando sienta en su carne el bisturí separatista. Ojalá despierte pronto la paciente de su estado cataléptico y eche a puntapiés del quirófano a esos untuosos y amenazantes traficantes de órganos.”

En España

    0
    comentarios