Algo falla en la comunicación del Real Madrid. Era previsible que la "chantillada" del pasado lunes levantara ampollas. El club no tenía allí absolutamente nada que ganar y, en caso de salir derrotado por el Athletic en el Bernabéu como así sucedió, mucho que perder. Alguien tuvo que sugerirle a Florentino Pérez que no era una buena idea que todos se fueran a Francia de "camping", como tampoco era lo ideal que Sacchi saliera de repente en la prensa italiana diciendo que Robinho era suyo. Nada de eso sucedió, e incluso el presidente se prestó como padrino de la fiesta.
La rueda de prensa de Ronaldo (alguien debió impedir también que fuera justamente él quien diera hoy la cara) ha sido profundamente dañina para el club. A mí todo lo que ha dicho el brasileño me ha sonado a los peores momentos del Inter de Milán, cuando Ronaldo estaba realmente harto de que le exigieran que fuera uno más. El delantero ha responsabilizado al Real Madrid de elegir la fecha del 14 de febrero para su "no boda" ("yo les pedí que fuera el 2 de enero para que estuviéramos más tranquilos") y también de la forma en que se filtró su sanción ("prefiero lavar los trapos sucios en casa, pero parece que para el club no es así").