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Miguel Ángel Quintanilla Navarro

En conciencia y con orgullo

Esto es lo que Bush está promoviendo y lo que el PP contribuyó a poner en marcha, anteponiendo la defensa de la libertad y de la justicia a su interés electoral. Es un motivo de orgullo, no de vergüenza

Uno de los problemas más importantes de la derecha española ha sido la dificultad para mantener un discurso político fundamentado en valores capaces de movilizar al electorado, de hacerle sentir que cuando votaba al PP no sólo votaba a unos gestores solventes, sino a un partido preocupado por “hacer un mundo mejor”. El monopolio de los buenos sentimientos y de las buenas intenciones parece estar en manos de la izquierda, quizás porque en su mano está el monopolio, ligeramente incompleto, de la comunicación.
 
Sin embargo, no hay ninguna razón para que este mito permanezca por más tiempo. Lo que el PP apoyó al apoyar la guerra de liberación de Irak fue un cambio revolucionario en la política exterior norteamericana, un proceso de dignificación basado en un principio esencial: la gente prefiere la libertad a la esclavitud, independientemente de su cultura, y con ella es con quien hemos de establecer acuerdos y a ella es a la que debemos apoyar, no a los tiranos que la subyugan. En esencia, éste es el credo “neocon”, una manera de abordar las relaciones internacionales alternativa al “realismo” (cinismo inútil) de la política norteamericana tradicional que nada tiene que ver con la caricatura que de ella se hace en Europa, y que, como afirmó The Weekly Standard hace unas semanas, permite decir que “lo realista es ser idealista”, imaginar un Oriente Medio democratizado y próspero, intolerante del terrorismo y comprometido con la defensa de los derechos individuales: el sueño de algunos de los que nos declaramos objetores de (en) conciencia por el papel del Gobierno de Felipe González en la primera Guerra del Golfo, y el único camino para terminar con el terrorismo islamista a medio plazo.
 
Esto es lo que Bush está promoviendo y lo que el PP contribuyó a poner en marcha, anteponiendo la defensa de la libertad y de la justicia a su interés electoral. Es un motivo de orgullo, no de vergüenza, y en la medida en que la derecha española continúe sin enorgullecerse de haber sido una fuerza promotora de la profunda transformación que se está empezando a producir en el mundo islámico, pondrá en bandeja a la izquierda la posibilidad de apropiarse de ese suceso y alimentará la falsa idea de que la foto de las Azores retrató una conspiración al servicio de oscuros intereses cuyo resultado fue el 11-M.
 
Esa es la operación ideológica en que se están empleando a fondo los medios de comunicación progresistas, y llevan camino de consumar su gran impostura por incomparecencia del oponente. Es absurdo que el PP reniegue de lo mejor de su historia.
 
El PSOE no está rectificando sobre Bush por convicción, sino por interés, y no debería salirle gratis. Si el PP se decide a vindicarse ante la opinión pública y a pedir su respaldo para continuar la promoción de la tarea que él empezó y a la que ahora tantos se suman, ganará la adhesión de quienes imaginan un mundo mejor y están dispuestos a hacer algo sacrificado para favorecerlo (a diferencia de los popes progresistas, que lo conciben como un negocio rentable). Sin duda, la mayoría de los españoles.

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