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Fundación Heritage

La locura armamentística de Europa

Levantar el embargo armamentístico de la UE a China es una mala idea. Ya es hora que los europeos que se oponen a levantar el embargo se enfrenten a la intimidación francesa y alemana

Peter Brookes

Conferencia de prensa de Jacques Chirac y Gerhard SchröderSin inmutarse ante la realidad, el sentido común o siquiera la creciente y vehemente oposición de sus propios ciudadanos y los medios, los líderes alemán y francés persisten en exigir el fin del embargo de armas de 16 años a China por la Unión Europea.
 
Han presionado fuertemente hasta sobre otras naciones de la UE como el Reino Unido, Bélgica, Suecia, Holanda e Italia, que han expresado su alarma por la posición amenazante de Pekín sobre Taiwán y su evidente fracaso para comprometerse a mejorar los derechos humanos de sus mil trescientos millones de ciudadanos.
 
Ronzando para mejorar sustancialmente los lazos comerciales y diplomáticos con el crecido gigante asiático, el año pasado la UE acordó, en principio, levantar el embargo armamentístico contra China, impuesto después de aquel tristemente célebre junio de 1989 por la represión contra los manifestantes por la democracia en la Plaza de Tiananmen.
 
EEUU teme que levantar el embargo acelere el aumento militar sin precedentes de China, amenace a la democrática Taiwán y envíe la señal equivocada a los regímenes represivos del mundo.
 
Europa había planificado levantar el embargo en principio a fines de Junio, pero la aprobación de la dura ley de antisecesión de Pekín dirigida directamente a Taiwán a principios de este mes, ha hecho reflexionar, y con razón, a algunos europeos.
 
La nueva ley permite a China el uso de su fuerza militar para bloquear cualquier esfuerzo taiwanés de independencia, forzando así a la provincia “renegada” a unificarse con Pekín.
 
Pero los golpes de pecho de Pekín no perturbaron a nadie. “Nada ha cambiado y no he cambiado mi posición en nada” dijo el canciller alemán Gerhard Schroeder en respuesta cuando fue preguntado por el embargo la semana pasada.
 
Los franceses, que han sido los que han auspiciado el levantamiento del embargo, han dicho sin tapujos que ellos ven que expandir los lazos diplomáticos y comerciales con China es una manera de contrarrestar el llamado “hiperpoder” americano.
 
El presidente francés Jacques Chirac argumenta que levantar el embargo no va a resultar en más armas europeas para China, que esas ventas ya están restringidas por las leyes europeas nacionales y de la Unión.
 
“Los europeos no tenemos intención de lanzar una política de exportación de armas a China, China no está pidiendo eso... lo que los europeos queremos es normalizar las relaciones con China” dijo Chirac muy pomposamente la semana pasada. Lo que Chirac no mencionó es que la venta de armas de la UE a China se duplicó el año pasado de 250 millones en 2003 a 500 millones de dólares en 2004 a pesar del presente embargo. Parece bastante obvio que alguien en Europa sí quiere venderle armas a China.
 
Lamentablemente, la lógica francesa se vuelve aún más patética: El mes pasado la ministra de defensa Michèle Alliot-Marie meditaba que vender armas a China era una buena idea. “Quizá si los europeos podemos venderles armas, ellos no las fabriquen por sí mismos y en 5 años no tendrán la tecnología para hacerlas.” Bueno, supongo que nadie habló a la ministra sobre los 700 misiles balísticos hechos en casita por los chinos que ya están apuntando hacia Taiwán.
 
Hacer estas declaraciones parece más de locos ya que en realidad China está “enfrentándose” a Europa en otros temas también. Los europeos tenían la esperanza que los 2.984 miembros (no elegidos por votación) del Congreso Nacional chino ratificasen el convenio internacional de la ONU sobre derechos civiles y políticos durante su reciente reunión. Sobre todo, se esperaban que Pekín excarcelara a algunos disidentes políticos de la Plaza Tiananmen como un gesto de buena voluntad.
 
Bajo fuertes críticas domésticas e internacionales sobre el historial de derechos humanos de China, los líderes europeos esperaban demostrar que la situación estaba mejorando. Pero China, pensando que ya tenía el arreglo cerrado con los europeos para levantar el embargo, simplemente agradeció a sus amiguetes europeos rechazando el convenio y no excarcelando a nadie.
 
Javier SolanaSin embargo y a pesar de este revés diplomático, algunos europeos ni se inmutaron, La semana pasada, el hombre fuerte de la política exterior europea, Javier Solana, dijo que China estaba progresando en lo de los derechos humanos y que merecía que se le levantara el embargo. “No se justifica mantener el embargo… las cosas se van moviendo en relación al tema de derechos humanos” alegaba Solana.
 
La pregunta obvia es: Las cosas se van moviendo, pero ¿en qué dirección?
 
Poniendo a un lado la importancia de mejorar los derechos humanos en China, el problema más inmediato es que los europeos se niegan a cargar con la responsabilidad de la situación de seguridad en Asia o de impedir la agresión china contra Taiwán.
 
Si los chinos deciden invadir Taiwán, será Estados Unidos, no los europeos, quien tenga que entrar a ayudar a Taiwán a defenderse. Pero con esos grandes negocios en ciernes entre China y la UE puestos en la cuerda floja, los europeos quieren ir a todo vapor levantando el embargo aunque eso signifique ignorar la paz, la estabilidad y la democracia de Taiwán.
 
Levantar el embargo armamentístico de la UE a China es una mala idea. Ya es hora que los europeos que se oponen a levantar el embargo se enfrenten a la intimidación francesa y alemana.
 
El no hacerlo sólo hará que el vínculo transatlántico se congele y también demostrará que el burdo comercialismo es más importante para Europa que la seguridad, los derechos humanos o la democracia.
 
Peter Brookes ha sido Sub-Asistente de la Secretería de Defensa de los Estados Unidos y actualmente es Miembro Senior de la Fundación Heritage, columnista del New York Post y Director del Centro de Estudios Asiáticos.
 
©2005 Peter Brookes
©2005 Traducido por Miryam Lindberg
 
 
Libertad Digital agradece a la Fundación Heritage el permiso para publicar este artículo.

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