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La mochila

Así, perdida la batalla de las ideas, perdida la escaramuza de las palabras, perdida la riña de los principios, y rendida la vergüenza, ahora es el Club de Perpiñán quien tiene en sus manos todos los hilos de la cometa

En un cuento que podría haber imaginado Kafka si no lo hubiera escrito Wells, un personaje que podría haberse llamado Zetapé si no lo hubieran bautizado Smith, pierde fortuitamente su diccionario. A partir de ahí, Smith, que podría haber conseguido otro si por el camino no hubiera olvidado también el interés por los significados de las palabras, nota que además acaba de extraviar todos sus principios. Él, que siempre caminara cargando la solidez plomiza de un saco de buenas intenciones, comienza a notar entonces que su naturaleza toda sufre una transfusión de vacío; lo ha invadido la perfectamente soportable levedad del helio. Pero sólo cuando se descubre estrellado contra el techo de su despacho, antes de tratar de reptar por las baldas de la biblioteca camino de un refugio seguro en el hueco de la mesa, comienza a ser consciente de su drama.
 
Dice Gotzone Mora de un gobernante que se podría apellidar Smith si ella no lo llamara Zapatero, que una bomba lo llevó al poder y que otra bomba podría despegarlo de él. Y dice bien. Porque, desde hoy, la Eta guarda las llaves de aquel concesionario de la Citroën en Ponferrada con una zeta y una pe grabadas. Y es que, a partir de hoy, en la hora del entierro civil del Pacto Antiterrorista, la procesión de las plañideras de renting que ha animado la ceremonia se acaba de llevar por delante el centro de gravedad de Rodríguez. E, igual que el pobre Smith desde aquel día aciago, el presidente habrá de acostumbrarse a caminar por las calles con los bolsillos de la chaqueta repletos de acero y cargando una mochila atestada de tornillos para no esfumarse en el aire.
 
Así, perdida la batalla de las ideas, perdida la escaramuza de las palabras, perdida la riña de los principios, y rendida la vergüenza, ahora es el Club de Perpiñán quien tiene en sus manos todos los hilos de la cometa. Porque tras la transformación de la derrota policial de la Eta en su mayor victoria política, sólo Otegi va a gobernar el ancla zapateril. A partir de hoy, el contrapeso entre la legitimidad formal que aún asiste al Gobierno y la legitimidad moral que acaba de repudiar, lo encierra una mochila llena de morralla que la Eta podría vaciar en cualquier momento. Es el propio Otegi el que lo sabe mejor que nadie, de ahí que se haya deshecho en elogios al jefe de las fuerzas de ocupación desde el mostrador de su ferretería. Arquímedes sólo necesitaba un punto de apoyo para mover el mundo; la Eta, sin embargo, podría ser capaz de conseguir lo mismo, únicamente dejando que un globo echase a volar. Ese globo que ahora se aferra a una mochila repleta de morralla.          

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