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José Vilas Nogueira

¿Puede perderlas Rajoy?

La hipócrita preocupación de los opinadores psoecialistas por los costes que para la derecha supone la “crispación” de Rajoy y su equipo dirigente, apenas disimula el sueño de Zapatero

Es por la mañana. Entreveo, quiero decir, veo un poco, entre viajes al baño, a la cocina y al dormitorio, una emisora de televisión. Es hora de tertulia televisiva. Uno de los contertulios, un famoso periodista, adicto al PSOE y ferviente propagador de esta adicción, pronostica que si Rajoy pierde las elecciones gallegas habrá de dejar el liderazgo del Partido Popular.
 
La observación no parece particularmente llamativa ni insensata. Probablemente es compartida por muchos observadores de la política. Sin embargo, a mi me irritó. ¿Habré caído en estado de crispación permanente, como según el Gobierno y sus socios, han caído el propio Rajoy y la mayoría de los dirigentes populares? No. Mi irritación se explica por otras razones. Hace unos días, en el diario El Mundo, Lourdes Martín Salgado, publicó un excelente artículo, titulado “El presidente del doblepensar”. En él, aplicaba al lenguaje de Zapatero la categoría orwelliana del doblepensar como técnica de manipulación, que reduce las contradicciones a aparente coherencia, al servicio de un propósito de “contrahacer” la realidad.
 
Quizá sea excesivo extender esta caracterización al pronóstico del periodista adicto al PSOE. Quizá sea solamente que estoy dominado por la poderosa impresión que me produjo el artículo de Lourdes Martín. Sin embargo, aunque no se tratase de doblepensar, manipulación sí que hay en el pronóstico que comento. Veamos porqué:
 
1º Mariano Rajoy no es candidato en las elecciones gallegas; y
2º Las candidaturas que presenta a estas elecciones el Partido Popular pueden estar algo influidas por las posiciones de Rajoy (lo anómalo sería que no lo estuviesen en absoluto), pero responden mayormente a las dinámicas del Partido Popular de Galicia. Esto es fácilmente constatable, comparando las listas de ahora con las de las elecciones anteriores, cuando Aznar presidía el PP. El peso en estas candidaturas de los reputados “hombres (y mujeres) de Rajoy en Galicia” es relativamente modesto, y si ha acrecido algo por referencia a las anteriores elecciones es muy poco.
 
La manía, muy común entre los comentaristas de todo tipo, reductora de las múltiples y complejas determinaciones del voto a un solo factor, comporta una poderosa arma de manipulación. En nuestro sistema, y en elecciones autonómicas, los principales elementos que inciden en la orientación del voto son:
 
1º El sedicente candidato a la presidencia del Gobierno, en este caso de la Xunta de Galicia; en estas elecciones, Manuel Fraga Iribarne, por el PP, Emilio Pérez Touriño, por el PSOE, y Anxo Quintana, por el BNG. No es cosa de discurrir aquí sobre ellos y sus imágenes.
 
2º Subsidiariamente, aunque no estén implicados en estas elecciones, las personalidades e imágenes del máximo líder de cada uno de los dos partidos nacionales, Zapatero y Rajoy.
 
3º Las ideologías de los partidos en contienda. Por ideología entiendo aquí, los valores propios de cada partido.
4º Las políticas que razonablemente pueden esperarse de cada uno de los partidos, si llegan al Gobierno. Esta estimación, respecto de los partidos que están en el Gobierno, como el PP en Galicia, se basa fundamentalmente en la gestión que hayan realizado. En el caso de los partidos que están en la oposición se funda en sus programas y promesas, según el grado de credibilidad que cada uno les atribuya. Si, como es el caso del PSOE, el partido opositor ocupa el Gobierno de la nación, su desempeño en esta tarea es un poderoso indicio de lo que haría en la Comunidad. Si, como parece asumido por todo el mundo, el PSOE en ningún caso obtendrá apoyo suficiente para gobernar en solitario, la previsión de lo que haría ha de tener en cuenta las posiciones del que sería su socio de Gobierno, el BNG. Si los electores fuesen racionales, en el sentido de Downs, ésta sería la principal determinación de su voto. Desgraciadamente, en España los electores son poco racionales en este sentido, y además no quieren serlo. Repárese, a este propósito en la mala prensa que, entre nosotros, tienen las mayorías absolutas. Nuestra cultura política, tan influida por las posiciones de izquierda, prefiere las mayorías relativas. Sin mayoría absoluta no hay políticas previsibles y los electos se convierten en irresponsables, para mayor provecho del cambalache político. Quizá por ello, esto es lo que propugnan los más de nuestros personajes de elite política e intelectual. Juguemos a la ruleta rusa, nos aconsejan. Y, claro es, alguna vez el revólver se dispara.
 
5º En nuestro Estado de las Autonomías, de hecho entregado a presiones exclusivamente centrífugas, el juicio sobre las políticas tiende a concentrarse en las relaciones con “Madrid”. Esta es la dimensión casi exclusiva de los partidos llamados nacionalistas. Pero, también los partidos nacionales se sitúan en esta dimensión, exhibiendo políticas pasadas y/o formulando propuestas de políticas futuras. Este elemento, muy específico de las elecciones autonómicas, parece tener bastante peso en la determinación del voto.
 
Esta enumeración no es exhaustiva, pero sí comprende los principales factores que inciden en la orientación del voto. Deseo que el Partido Popular obtenga mayoría absoluta (que las ganará es casi seguro) en las elecciones autonómicas gallegas del próximo 19 de junio. Lógicamente, Rajoy deseará lo mismo. Y si no se obtuviese esa mayoría absoluta es evidente que Rajoy perdería más que yo. Pero, como creo haber mostrado, no tendría mucha responsabilidad en el eventual fracaso. Alentar la especie de que un tal desenlace debería suponer su relevo en la presidencia del Partido Popular responde a un simplismo estúpido o, más probablemente, al propósito de destruir al PP que preside la política zapateril. La hipócrita preocupación de los opinadorespsoecialistaspor los costes que para la derecha supone la “crispación” de Rajoy y su equipo dirigente, apenas disimula el sueño de Zapatero: un PSOE hegemónico repartiéndose los jirones de la nación con multitud de oligarquías provincianassub especiede partidos nacionalistas (a propósito, que les parecen los nacionalistas canarios; estos ni disimulan). Y, con la bendición de PRISA, la SER ytutti quanti, a vivir, que son dos días.

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