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Errores y disparates

A ver si nos entendemos. Escribir es también equivocarse, tropezarse, levantarse otra vez y aprender. Por eso se llama este corralillo “Lengua viva”. Daré algunos ejemplos de los que me van llegando en tropel. Espero que sirvan de ilustración y de regocijo. No es casualidad que la lengua sirva para hablar y para saborear.
 
Sin mayores miramientos, dije aquí que el antiguo nombre de Almuñécar, Sexi, es griego. Juan Ignacio Contreras (Almuñécar, Granada) me corrige: es fenicio. Sin embargo, no estoy de acuerdo con su propuesta de que los andaluces pueden pedir un nuevo estatuto puesto que hablan un idioma “parecido al castellano pero algo distinto”. No, el idioma es el mismo, aunque haya variaciones en el habla, el acento, la entonación y quizá también en la guasa. Tiendo a creer que la propuesta de don Juan Ignacio es una especie de guasa, para quedarse conmigo, vaya.
 
Ángel Navas Rivas me echa una regañina porque empleo “posición” en lugar de “puesto” de trabajo o cargo. Interpreta el error como “otro ejemplo de anglicismo pandémico”. ¿No sería mejor “pandemia anglicista”? No soy consciente de que la palabra posición, tan latina ella, provenga del inglés. En el DRAE se acoge como “categoría o condición social de cada persona respecto a las demás”, entre otros significados. Puesto es muy parecido: “sitio o espacio que ocupa alguien o algo”. La influencia inglesa no aparece por ninguna parte. A veces los dedos se nos antojan huéspedes, y a ver quién es el majo que traduce eso al inglés.
 
José A. Lacruz se queja del manido alargamiento de algunos verbos: culpabilizar-culpar, influenciar-influir, etc. Ya hemos tratado ese asunto. Sin embargo, don José no tiene tanta razón con la pareja tarifar-tarificar. Se queja el corresponsal de que Amena “tarifica por segundos”, cuando debería decir que “tarifa por segundos”. No creo que sea un error. El verbo tarifar se emplea más bien para enfadarse. En cambio, tarificar es aplicar un precio por unidad o algo por el estilo. Amena, tu libertad.
 
Octavio Villamón Fort (Castellón) se pregunta si de la voz ensimismarse no habría que decir “yo estoy enmimismado” o “tú estás entimismado”. Pues no. ¿Qué haríamos, entonces, con el vosotros? La cosa acabaría en trabalenguas. Así que “yo estoy ensimismado”, “tú estás ensimismado”, etc.
 
Jordi Mas i Cereza corrige a un corresponsal que dijo aquí que en Barcelona no se había celebrado el IV Centenario del Quijote. Don Jordi asegura que sí. Me congratulo de que así haya sido en el “archivo de la cortesía”, que es Barcelona. Soy responsable solo de las frases que suscribo en primera persona.
 
Álvaro Fernández me señala un error en la frase: “Lo vi con mis propios ojos, con estos ojos que se los han de comer la tierra”. Para don Álvaro debe ser “se los ha de comer la tierra”. Tiene razón. Me dejé llevar por una frase popular que no tiene mucho sentido. Prometo enmendarme. Me encanta cartearme (¿o emiliarme?) con libertarios tan cabales.
 
Guillermo Villacorta Gómez se irrita conmigo porque dije aquí “en relación a”: “Señor De Miguel. Parece mentira que una persona como usted, que publica esta página sobre lenguas y lingüística cometa ese error”. Don Guillermo lo tiene muy claro: “Se dice en relación con, o bien con relación a, pero nunca en relación a”. Pues, la verdad, esa norma me parece una especie de charada. Para mí cualquiera de las tres formas es perfectamente potable. Desde luego, el Diccionario de dudas de Manuel Seco señala que, las dos primeras son preferibles a “en relación a”, pero añade que esa forma es “hoy usada a menudo en España y América”. Luego no es tan vitanda como cree don Guillermo, el purista. Si decimos que “algo es relativo a otra cosa”, ¿por qué no vamos a poder decir “en relación a” esa cosa? Aun así, para que no se me irriten los puristas, prometo adscribirme a las formas “con … a” o “en .. con”. La verdad es que parece más lógico que las relaciones lleven la partícula “con”. Pero serénese, don Guillermo. Eso de “parece mentira que una persona como usted…” no va mucho con el espíritu libertario. De todas formas, agradezco la intención pedagógica.
 
De paso, don Guillermo me comenta que eso de decir “la Ana” o “la María” es un italianismo, pues lo trajeron de Italia los tercios españoles. No lo dudo, pero está muy arraigado en las clases populares españolas. Recuérdese “la Cibeles”, aunque el rótulo diga “Plaza de Cibeles”. En cambio, ningún madrileño dirá “el Neptuno”. El artículo con nombre masculino se reserva para los apodos o alias. Solo en casos particulares puede resultar agradable. Algunos amigos míos hablan cariñosamente entre ellos de “cosas del Amando”. Con nombre femenino está más claro que puede ser encomiástico (la Pardo Bazán) o despectivo (la Dolores), según cuadre. Es un recurso que a mí me agrada mucho, aunque reconozco que es más propio de la lengua hablada.

En Sociedad

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