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Federico Jiménez Losantos

Otro consejero de La Caixa como Montilla

Esta es la batalla que estamos dando, a favor del pueblo de Cataluña y en contra de las fechorías de sus representantes, que degradan la democracia y utilizan el nombre de Cataluña para seguir disfrutando lo que no es suyo

Por supuesto, Joaquim Nadal, aún portavoz del Gobierno de Barcelona-Perpiñán, sabe perfectamente que la última sentencia del Supremo sobre la COPE en Cataluña desautoriza cualquier acto de sectarismo ideológico desde el Poder político de la Generalidad . Como no es tan obtuso como otros colegas de gobierno, se da perfectamente cuenta de que elimina cualquier excusa legal para cerrar los medios radiofónicos molestos, ya que dice con toda claridad que debe procederse a la renovación automática de las licencias de la COPE como, por otra parte, ha pedido la asociación española de radios privadas y la Unión Mundial de Radio y Televisión. Nadal sabe perfectamente que esta sentencia del Supremo suscribe el espíritu de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que amparó a la COPE frente al intento liberticida de Pujol de cerrarla. Y como no es tonto, aunque sí muy nacionalista y muy sectario, sabe que la iniciativa de Luis Herrero en el Parlamento Europeo va a mostrar ante toda Europa la dictadura de hecho que padece Cataluña y que el nuevo Estatuto quiere convertir en Derecho, es decir, en falta de derechos.
 
Nadal lo sabe. El problema de Nadal y el problema derivado de Nadal que tiene la COPE en Cataluña es que este señor, junto a Siurana y Montilla, debería haber dimitido ya por aceptar mil millones de La Caixa, se supone que a cambio de favores políticos, y por haber permanecido –si lo publicado en los medios es cierto– como consejero de esa entidad cuando su partido era moroso, lo que según la Ley de Cajas está rigurosamente prohibido. No se puede ser consejero de una entidad de ese género cuando se le debe dinero. Y Nadal, es decir, el PSC, a cuya dirección aspiró no hace tanto, lo debía. Por una cuantía de miles de millones de pesetas. Y como Nadal está pillado con las manos en La Caixa, se defiende de la única manera que saben hacerlo los nacionalistas: atacando y amordazando. La herramienta para sus fechorías, anticonstitucional de cabo a rabo, es ese dichoso CAC que después de atribuirse la facultad de decir lo que es constitucional y lo que no lo es, ahora pretende decir lo que es veraz y lo que no. Por lo visto a Piqué eso le parece “impecable”. Como su currículo.
 
Veamos, sin embargo, un ejemplo práctico: ¿es cierto que Nadal debe dimitir? Es cierto y verdad que hay razones sobradas: aceptar mil millones de regalo de La Caixa y haber sido consejero de la misma cuando era representante político de su mayor moroso, que era y supongo que sigue siendo el PSC. ¿Pero va a amparar Carbonell, presidente actual del CAC, nombrado por Montilla y respaldado por Nadal, el derecho y la obligación moral de la COPE de denunciar estos delitos o irregularidades de sus jefes políticos? Evidentemente, no. Por eso Nadal, en vez de dimitir, amenaza de nuevo y se burla de la sentencia del Supremo. Ese es el despotismo que quiere cerrar la COPE. Esta es la corrupción que ese despotismo quiere proteger. Esta es la batalla que estamos dando, a favor del pueblo de Cataluña y en contra de las fechorías de sus representantes, que degradan la democracia y utilizan el nombre de Cataluña para seguir disfrutando lo que no es suyo. El Poder despótico casi absoluto. La casi absoluta corrupción. Hay enemigos que, cuando atacan, dignifican. Es el caso de Montilla. Y de Nadal, claro está.

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