Alberto Ramírez Beneito tiene entendido que en España se hablan 11 lenguas; quiere saber cuántas son a ciencia cierta. Entiendo que las diferentes lenguas españolas deben establecerse por el número de hablantes y por su peso cultural. De forma destacada está el español o castellano que prácticamente entienden todos los españoles y cuenta con una producción literaria de alcance universal. Es la única de comunicación internacional y la que es oficial en toda España. Luego están las lenguas regionales: el catalán (con sus variantes de valenciano y balear), el gallego y el vasco. Las tres cuentan con una abundante producción literaria, sobre todo el catalán. El primer libro impreso en España fue en valenciano. La literatura vasca es mínima y muy reciente. Se añaden algunas hablas locales sin literatura apreciable: bable o lengua asturiana, aranés y alguna otra. Dado que una décima parte de la población española está constituida por extranjeros, hay que contar con las lenguas que aportan (árabe, polaco, rumano, etc.).
Alex (Valencia) me comunica una curiosidad. A saber, en árabe, para designar a un maestro, alguien importante o de más edad se dice algo parecido a usteiz. Don Alex se pregunta si esa fórmula no habrá influido en el castizo usted, que no sería así la contracción de "vuestra merced". Espero que Serafín Fanjul nos aclare si ese parentesco tiene algún sentido o es una pura casualidad. Me inclino por lo último.
Jaime Lerner (Tel Aviv, Israel) me propone hacer una exposición sobre la voz virtual para que los libertarios aporten sus ideas. Aunque sea un neologismo, su raíz es muy castiza. En latín virtus es tanto como "fuerza, ímpetu, cualidad", además de "virtud" y en ocasiones "prodigio". En nuestro mundo icónico lo virtual es lo que no es propiamente real, pero parece serlo o podría serlo. Virtual es también la imagen aparente que no puede ser proyectada. Se admiten sugerencias sobre esa rara voz, emparentada con varón, virtud y virtuoso.
Hacía tiempo que no recibía las admoniciones de los esperantistas. Me llega la de RoSardok, quien me llama "ignorante". Sostiene que el esperanto "ha llegado a ser estudiado, hablado y escrito por millones de personas". Y yo sin saberlo. En cambio, "el inglés es una simple lengua bárbara, primitiva y no desarrollada". Y concluye: "simplemente entre chinos e indios van a liquidar el inglés en pocos años, y todos los substituirán por el esperanto". Ahí queda eso.
Ernesto Cárdenas (Perú) defiende la posición de que un hombre culto debe poseer conocimientos sobre lo que convencionalmente llamamos Letras y Ciencias. Añado que en teoría eso está muy bien, pero el árbol del conocimiento ha crecido mucho y resulta imposible abarcar todas sus ramas, ni siquiera muchas de ellas. Bastante será con dominar el campo profesional que a uno le compete y luego tener curiosidad por algunas otras avenidas del saber, incluida alguna lengua de comunicación internacional. Más que las humanidades clásicas, creo que es imprescindible una cierta familiaridad con lo que se sabe del mundo actual. Para ello es necesario que un hispanoparlante pueda leer con soltura el inglés. Es también muy conveniente que el sujeto emprenda algunos viajes y que se deleite conversando con personas que no son de su especialidad. Un equivalente de viajar es también el disfrute de películas o de obras literarias. Para rematar la faena, resulta muy ilustrativo conversar a través de la internet. Es lo que hacemos en este rincón de las palabras, que a mí me ha traído ocasiones de verdadera fruición y en ocasiones también algún disgustillo.
Javier Lizarraga va más allá y sostiene que una persona culta debe tener una idea suficiente de cómo funcionan los artefactos técnicos de la vida corriente o los sucesos de la naturaleza. Está bien, ese conocimiento no obsta, es útil, pero entiendo que la cultura es sobre todo el disfrute que supone saber relacionar estímulos valiosos. Obsérvese que, a través del intercambio de opiniones que concurren en este corralillo, aumenta la cultura de los que en él nos movemos. Para mí es un regalo, una gracia, un privilegio.