Miguel A. Taboada (Castellar de la Frontera, Cádiz) critica el uso que aquí hacemos de la voz "libertarios" para caracterizar a los seguidores de esta seccioncilla. Añade: "Seguramente no resulte fácil encontrar un vocablo para sus seguidores y colaboradores, pero es cuestión de molestarse en buscar uno que cuadre con más precisión". No se busca la precisión en el término "libertarios" aplicado a los que envían sus emilias a este rincón de "La lengua viva". Con el mismo sentido festivo, podríamos haber dicho "lenguavoraces" o "digitalios". Yo mismo soy el trujimán de todos ellos.
Clotilde Estévez (Pontevedra) se ha quedado atónita al leer la propuesta del Ayuntamiento de Alcalá de Henares para que me destituyan como consejero del Consejo Económico y Social de Madrid. La razón: por "misoginia y machismo". Su estado de estupefacción le lleva a plantearse algunas preguntas: "¿Sabrán de verdad los representantes en dicho Ayuntamiento lo que significan esas palabras? ¿Conocen de verdad la opinión de un sociólogo como usted para acusarlo de tales extremos? ¿Seré yo también acusada de machista si no sigo la pauta de la doble mención del género gramatical? ¿Por qué hablar de violencia de género cuando no se trata del género gramatical sino del sexo femenino?". En el aire libertario quedan las inteligentes preguntas de doña Clotilde. A mí personalmente lo que más me irrita es el influjo de los "maricomplejines" en las feministas peperas de Alcalá.
Sandra Llamas García me envía una emilia llena de sinceridad y afecto a propósito de las acusaciones de misoginia que he recibido por parte de algunos políticos. Dice así doña Sandra: "Los progres se creen defensores de la mujer, pero, en vez de favorecerlas con un marco legal adecuado, se dedican a acciones propagandísticas más revanchistas que otra cosa. Como muestra un botón. Somos (son; yo todavía no) más numerosas las mujeres madres que los humanos homosexuales. Sin embargo, a ellos se les ha reconocido una serie de derechos y nosotras tenemos una baja maternal de vergüenza, por breve… De este punto los rojos no se ocupan. En cambio, gritando a los cuatro vientos que un hombre culto, educado y liberal es misógino, se creen que nos defienden". Gracias por el piropo, doña Sandra. Estoy con usted en que las llamadas fuerzas progresistas no defienden bien los auténticos derechos de las mujeres. Mi opinión es todavía más radical. Las actuales leyes sobre la llamada "violencia de género" no solo no van a erradicar la violencia doméstica, sino que van a fomentarla todavía más. En cuyo caso las principales perjudicadas serán las mujeres. Por preocuparme de esa situación me llaman misógino, entre otras lindezas. El mundo al revés.
José Mª Navia-Osorio, fidelísimo corresponsal, me comunica que ya ha leído mi artículo "La violencia de género y otras iniquidades" (Cuadernos de Pensamiento Político, 9). Asegura: "Lo leí con calma y espíritu crítico y no encontré por ningún sitio atisbos de machismo". Solo me hace una objeción. Copio su argumento por extenso:
Me parece entender que Vd. achaca parte de la violencia extrema (uxoricidio) a una reacción provocada por las pequeñas agresiones previas, muchas veces psicológicas, de la mujer que luego resulta víctima de la agresión física. Es como una reacción, excesiva, al estado de frustración al que se ve abocado el futuro agresor. ¿Es esto lo que quiere decir?, me da la impresión de que es así. El razonamiento tiene una parte negativa y otra positiva. La parte negativa es el peligro a caer en el error de atribuir la agresión al error del agredido. "Algo habrá hecho", "Acorralan al ex-marido y luego pasa lo que pasa...". No puede ser, cada uno es responsable de sus actos y la comisión de un delito no puede justificarse. Desde el punto de vista del observador externo puede ser algo "que se veía venir" pero no es justificable.
La parte positiva procede de la situación de observador externo. Dado que estamos viendo que determinadas actitudes desencadenan en muchas ocasiones reacciones violentas busquemos la manera de evitar esas situaciones que pueden llegar a ofuscar la mente de una persona y convertirla en un agresor. Toda, o casi toda, separación/divorcio produce un clima de enfrentamiento entre los cónyuges. Cada parte agrede a la otra. Lo hace para satisfacer un sentimiento de venganza, para obtener una ventaja económica, para proteger a los hijos o para satisfacer a la nueva pareja. En esta situación de conflicto la mujer tiene la ventaja del apoyo legal y de la presunción de que la mujer es la parte de la pareja más adecuada para obtener la custodia de los hijos. La custodia de los hijos le proporciona también ventajas en el reparto de los bienes comunes (se queda con la casa familiar) y le hace propietaria, de por vida, de parte de los frutos del trabajo del ex-marido. Por si fuera poco las mujeres están mejor dotadas para manejar psicológicamente a los hombres. En esta situación el marido se encuentra sin familia, sin casa y con poco dinero.
Si es "inocente" se le cae el mundo encima y puede cometer una barbaridad. Puede suicidarse o agredir. O hacer las dos cosas, en un momento de depresión se autolesiona y en un momento de rabia agrede. Si es "culpable" de un "delito menor" como el adulterio, puede sentirse más o menos fastidiado y económicamente perjudicado pero como está en la fase eufórica del nuevo amor encontrado no va a hacer ninguna tontería. Posiblemente el enfrentamiento con la ex-mujer reafirme la unión de la nueva pareja. Queda una tercera posibilidad en la que es el varón la persona dominante. Se trata de una persona que domina a la otra por la violencia, la sumisión psicológica o el control económico. En estos caso sí estarían justificadas las leyes que tienden a favorecer a la mujer. Aquí vuelvo a coincidir con Vd., es un error hacer leyes "ad personam" porque para defender a la mujer del "agresor primario" no se le puede dar a otra mujer un arma poderosa para que pueda agredir a su ex-marido "inocente" con las consecuencias descritas arriba.
Me parece que se me ha ido la mano en la longitud del emilio. Si logra leerlo entero y entender lo que quise decir a lo mejor le resulta interesante mi punto de vista. Este correo largo y farragoso me lleva a preguntarle ¿cuantos correos recibe a la semana? ¿Agradecería que los corresponsales habituales le escribiéramos menos? Me fastidiaría mucho estar molestándole y distrayéndole de hacer cosas más útiles que leer los correos que le mando.
Resulta admirable la forma de razonar de don José María; me ayuda a matizar algunos de mis juicios. En verdad que esto de la internet sirve para encontrar almas gemelas, para ganar amigos. Inquiere don José María si no me resulta pesado este menester de recibir tantos correos. En absoluto. Baste decir que empieza a ser la ocupación a la que dedico más tiempo.
José Manuel Cosío abunda en los razonamientos dichos de José María Navia-Osorio pero aplicándolos a su experiencia. Interpreta que mi "culpa" ha consistido en "decir cosas que todo el mundo que está relacionado con este tema ─abogados, jueces y mujeres supuestamente maltratadas─ sabe y que nadie se atreve a decir". Añade un juicio desalentador: "Lo peor ─y nadie se quiere dar cuenta─ es que el problema real de las muertes de mujeres por parte de sus parejas no cesa simplemente porque la ley solo sirve para que las mujeres que quieran hacer daño a sus parejas tengan la ley de su lado. Lo más triste es que nadie vela por los niños [en esos casos]".