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¿Qué pasará después de la invasión israelí?

Incluso una incursión limitada por parte israelí en el sur del Líbano podría crear una "zona de seguridad" empujando a los combatientes de Hezbolá y a algunos de sus cohetes fuera del alcance de la frontera israelí y de sus poblaciones.

Peter Brookes

Días de asaltos y bombardeos no han acabado con los ataques de cohetes ni han asegurado la liberación de sus soldados, de modo que, a menos que Hezbolá o sus patrocinadores en Beirut, Damasco o Teherán se echen atrás, podemos apostar que habrá una invasión del Líbano.

Los israelíes probablemente no han tomado aún la decisión de "ir o no ir" a otra incursión militar al Líbano, especialmente con la secretaria de Estado Condoleezza Rice volando de camino a la región el domingo pero la movilización de sus fuerzas en la frontera es una señal inconfundible.

Con las ganas de lucha mostradas por Israel en la invasión de 1982 (que llegó hasta Beirut) y la operación de 1996, la concentración de tropas israelíes –aunque elimina el elemento sorpresa– genera presión política a los patrocinadores de Hezbolá y a las demás partes influyentes en la región.

¿Y si el primer ministro israelí Ehud Olmert da luz verde a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) para que vayan al norte?

Desde luego, tiene sentido que Israel entre en territorio de Hezbolá en el sur del Líbano, arrase con sus combatientes, destroce su infraestructura terrorista y consiga su alijo de armas, en especial los entre diez y quince mil cohetes que se piensa están bajo el control de Hezbolá.

Incluso una incursión limitada por parte israelí en el sur del Líbano podría crear una "zona de seguridad" empujando a los combatientes de Hezbolá y a algunos de sus cohetes (por ejemplo, los Katyusha o Kassam) fuera del alcance de la frontera israelí y de sus poblaciones.

Lamentablemente, es probable que la operación de las IDF no lleve al rescate de los soldados israelíes capturados, a los que sin duda ya se llevaron en un abrir y cerrar de ojos a Beirut, Damasco o incluso Teherán para ser usados como peones en un futuro.

¿Qué pasará después de esto? Los combatientes de Hezbolá que sobrevivan desaparecerán entre las sombras, batiéndose en retirada hacia el norte o a Siria para llevar a cabo una campaña asimétrica, convencional o terrorista, contra las IDF con la ayuda de Damasco y Teherán.

¿Y el gobierno libanés? El jueves, el ministro de Defensa libanés, Elías Murr, decía que, si Israel invade el Líbano, "el ejército libanés resistirá y defenderá el Líbano y demostrará que es un ejército que merece respeto". El ministro dejó sin señalar que su ejército libanés –al igual que el gobierno– es débil, que está dividido en líneas sectarias entre musulmanes y cristianos y que en las anteriores operaciones de las IDF se hizo a un lado, algo nada sorprendente.

Quizá la gran pregunta estratégica es Siria. Aunque sería inteligente por parte de Siria evitar enfrentarse directamente a Israel, en vista del reciente "desfile aéreo" de las IDF sobre el Palacio presidencial, es muy probable que Damasco apoye las operaciones de Hezbolá con armas e inteligencia. Además, puede que Damasco vea ésta como una oportunidad única para enviar tropas sirias de vuelta al vecino Líbano –sólo después de poco más de un año de su retirada– especialmente si ve que las cosas se están empantanando en el terreno diplomático o militar para las IDF.

Es seguro que Irán seguirá suministrando apoyo a sus primos chiítas del Líbano en el deseo mutuo de destruir a Israel, esto incluye el aprovisionamiento de armas, logística, financiación y los consejeros paramilitares del cuerpo de la Guardia Revolucionaria iraní. Teherán también se beneficia del conflicto manteniendo su programa nuclear fuera de los titulares, retrasando cualquier acción del Consejo de Seguridad de la ONU, y teniendo más peso negociador con la comunidad internacional, especialmente con Estados Unidos.

Si Israel interviene en el Líbano, probablemente será punitivo pero limitado, algo que idealmente conduzca al establecimiento de una sólida fuerza de estabilización internacional que evite el uso del sur del Líbano por Hezbolá como escenario de ataques contra Israel o cualquier otro país.

Pero es muy probable que las cosas se pongan peor antes de que se pongan peor. Enfrentarse a Hezbolá será por seguro una pesadilla para las IDF. Y los "gemelos malignos" Irán y Siria se asegurarán de añadir más muerte y destrucción a cualquier posible solución diplomática o militar.

©2006 Peter Brookes
* Traducido por Miryam Lindberg

Peter Brookes
ha sido asesor del presidente George W. Bush y actualmente es miembro senior de la Fundación Heritage, columnista del New York Post y director del Centro de Estudios Asiáticos.

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