Hay que reconocer que la noticia de que Trinidad Jiménez no será candidata del PSOE a la Alcaldía de Madrid en las próximas elecciones no ha sido una sorpresa, aunque sí la formas que se han utilizado para anunciarlo. Ha sido todo tan torpe y tan tosco, que incluso la propia Trinidad Jiménez ha dejado en evidencia que daba como segura la derrota ante Gallardón, tal y como auguraban las encuestas. Trinidad Jiménez fue un error de Zapatero. Su paso por el Ayuntamiento ha sido lastimoso; no ha hecho oposición y ha estado más pendiente de su encargo de Relaciones Internacionales en el PSOE que de los problemas de los ciudadanos madrileños.
Con Jiménez de nuevo como candidata, Ruiz Gallardón tenía fácil el éxito electoral la próxima primavera. Pero ahora las cosas cambian y, por lo tanto, el actual alcalde de Madrid tendrá que tentarse la ropa. Habrá que esperar, pero a poco que los socialistas consigan proponer a un candidato atractivo; las cosas se le pueden complicar al alcalde. Ruiz Gallardón lleva tanto tiempo jugando a ir por libre, apostando por ser diferente, rompiendo en muchos terrenos la disciplina del partido, poniendo trampas evidentes a sus propios compañeros del PP, dañando la imagen de unidad del partido y siendo más amigo de los adversarios políticos que de sus propios compañeros de ahora. A poco que le cambien el paso electoral, puede encontrarse con dificultades.
Gallardón no se identifica con el votante del Partido Popular. El perfil que él ha buscado como resultado de sus viejos complejos políticos es el de "la moderación centrista", ese concepto acaramelado, imposible de explicar y que no es más una excusa para hacer lo que le venga en gana en cada momento. Es verdad que no conocemos todavía al candidato socialista, pero de los nombres que suenan el de José Bono es el más peligroso para Gallardón. El ex ministro de Defensa ha demostrado, durante veinte años, su capacidad para atraer el voto del Partido Popular. Su discurso demagógico y populista, acompañado de cuatro estudiados gestos, le han dado resultado durante muchos años en Castilla-La Mancha. Bono llega a un electorado diferente al de su partido y eso es un peligro para Gallardón.
Pensándolo bien, el PSOE lo tiene muy fácil. Tiene en su mano dar el gran golpe en Madrid: anunciar que su candidato será Alberto Ruiz Gallardón. De esa forma presentaría como propia la gestión de los últimos cuatro años y dejaría al PP sin candidato, al menos de momento. Y, no lo duden, con toda seguridad Gallardón se dejaría querer. El actual alcalde y Zapatero han cultivado siempre una buena relación. Zapatero le niega el pan y la sal a Madrid y Gallardón siempre le pone buena cara, por aquello de que es "el presidente de todos". Puede ser una fórmula muy buena para Zapatero, si finalmente no encuentra candidato a la Alcaldía. Nunca se sabe.