Todavía colea lo de los calificativos dedicados al energúmeno de Zapatero. Roberto Grau Rech propone "ablandabrevas apocalíptico".
Manuel González comenta que el nombre adecuado para Zapatero tendría que ser J. L. Rodríguez Chamberlain. El razonamiento sigue así: "El proceso de paz se parece como un gemelo clónico a la política de appeasement con Hitler". En efecto, la política de appeasement o apaciguamiento significa acceder a las demandas de los agresores, lo cual conduce a una escalada de concesiones y ulteriores demandas. La palabra la aceptó el primer ministro británico Neville Chamberlain en su negociación con Hitler durante los años treinta del siglo pasado. Para Chamberlain esa voz no tenía un sentido afrentoso; era más bien un eufemismo. El símbolo del apaciguamiento era el paraguas siempre plegado de Chamberlain. Realmente la palabra la popularizó Philip Henry Kerr, marqués de Lothian, en una carta al Times de Londres en 1934, donde ya se indicaba el rechazo de la política de apaciguamiento.
En la conferencia de Munich (29 de septiembre de 1938) Chamberlain aplicó la doctrina del apaciguamiento y dejó que los alemanes ocuparan la franja de los Sudetes en la actual Chekia. Chamberlain dijo que esa cesión significaba "la paz para nuestro tiempo". El líder de la oposición conservadora, Winston Churchill, afirmó: "El Reino Unido y Francia tenían que escoger entre la guerra y el deshonor. Han escogido el deshonor; tendrán la guerra". Así fue. Un año después empezaba la segunda guerra mundial. Después de ese doloroso episodio, Churchill precisó que el apaciguamiento era una voz polisémica. "El apaciguamiento con debilidad y temor es inútil y fatal. El apaciguamiento con fuerza es noble y magnánimo; puede ser el camino más seguro y quizá el único hacia la paz mundial".
José Mª Navia-Osorio dice que "no [le] parece bien el concurso de buscar el insulto que mejor cuadre a Zapatero". Alto ahí. El concurso (en broma, claro) es para premiar el mejor epíteto, que puede ser encomiástico o desdeñoso. Yo abro el concurso de marras; no prejuzgo el resultado. Bien es verdad que también tengo mis prejuicios sobre el particular, que, por exponerlos, se convierten en juicios. Precisamente don José Mª comenta la comparación irónica que hago de Zapatero con Witiza, el que negoció con los moros para que pasaran el estrecho de Gibraltar. Dice así el de Oviedo: "Hay un antecedente en nuestros asturianos reyes holgazanes: Aurelio, Silo y Mauregato. Uno de ellos, no sé cuál, fue el responsable del tributo de las 100 doncellas que teníamos que entregar a los moros todos los años".
Pelayomo disiente de mi aseveración sobre la etiqueta de extrema izquierda que doy a la extravagante política de Zapatero. Don o doña Pelayomo redarguye que Zapatero no merece esa calificación. Razones: no haber nacionalizado la banca, eliminado la escuela privada, quitado los subsidios a la Iglesia Católica, prohibido las órdenes religiosas, nacionalizado la radio y la televisión, expropiado a los ricos, suprimido los títulos nobiliarios y la Monarquía. Hombre, esa lista de de bonitas acciones no serían hoy de extrema izquierda sino del género tonto y, además, prepósteras. En la España de hoy la extrema izquierda está en las acciones de Zapatero: matrimonio de los homosexuales, odio a los Estados Unidos, apoyo a todos los radicalismos (ecologismo, feminismo, nacionalismo, islamismo), simpatía por algunos dictadores y caudillos populistas, rendición ante los terroristas vascos. Quizá lo de "extrema" izquierda no sea un buen marbete. Convendrá mejor lo de izquierda "radical" que da más votos. Termina su alegato don o doña Pelayomo con este treno: "Pobre Sr. De Miguel y qué pena de país, a la clase de personajes que tiene que aguantar". En cambio, qué finura de razonamientos los de don o doña Pelayomo. Le animo a que salga del armario, como ahora se dice del anonimato. Los hoplitas de Zapatero bien merecen un reconocimiento público.
Las opiniones políticas se hallan unidas al lenguaje. Juan M me envía algunas ráfagas que son como los mensajitos del género "pásalo". Los anoto sin más:
- P (principales), S (sospechosos), O (once), E (eme).
- ¿Sabedes que os de Nunca Mais cambiaron de nome? Agora chamanse Que mais da.
- "La política del PSOE se basa en crear sentimientos de culpabilidad en los ciudadanos (por no aceptar el aborto, por no admitir la regularización de inmigrantes ilegales, por no ver con buenos ojos la homosexualidad, etc., en definitiva por no ser políticamente correctos), porque de esa manera son mucho más manipulables. ¿Y saben cómo se llama esa política? ¡Fascismo!"
Ignacio Laguna considera que forma parte de los "lectores en la sombra, francamente preocupados por la situación política española pero que apenas se dejan ver ni oír". No se identifica con ningún partido político, pero esta es su convicción: "Creo en España [… Es] la mejor opción para defender nuestro valor más alto: la libertad". Mi consejo es que, con esas ideas por delante, trabaje usted con el PP y siga visitando LD. Ahora podrá hacerlo por televisión.
Copio la simpática misiva de José Mª Navia-Osorio en la que la política se ve imbricada con el lenguaje:
Ayer oí una tertulia en la que un señor con voz de cantante de tangos llamaba a FJL "mamporrero". Además de una ordinariez es una tontería porque ¿quien es el receptor del miembro que afirma que maneja D. Federico? ¿el tanguista?. No creo que el receptor esté muy contento con la frase del émulo de Gardel porque no queda en buen lugar. Al hilo del asunto recordé una anécdota de mi Alcalde, Gabino de Ferrera. No sé cuantos años lleva ganando las elecciones por mayoría cualificada, la mayoría absoluta le queda pequeña. Es un hombre muy simpático. Sus discursos políticos consisten en contar historias o chistes que encajan muy bien con el tema pero a la vez aportan un toque de sentido común. Su intervención en los Congresos regionales del PP son las más aplaudidas. Además utiliza una manera peculiar de hablar, lenta y como con desgana, que le va muy bien. Desdramatiza cualquier situación por terrible que pareciera antes de su intervención. Y encima nos ha dejado Oviedo de maravilla. Sólo hay un problema, cuando vamos a otra ciudad nos parece sucia y desastrada. En Oviedo es difícil ver un papel en el suelo. Las calles se friegan periódicamente, algunas a diario, con agua y jabón Me contaron hace muchos años que pretendían que el Ayuntamiento llevara un registro de las parejas de hecho, incluyendo homosexuales. D. Gabino zanjó la cosa diciendo "sólo me faltaba meterme a palanganero". Se acabó el asunto. El "palanganero" tenía por profesión llevar una palangana con agua, por las habitaciones, para que los clientes y trabajadoras de las casas de lenocinio lavaran sus partes pudendas para hacer la cosa más limpia".

