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Juan Manuel Rodríguez

Enterrado bajo una montaña de guantes

El honor, entonces, era lo más importante que uno tenía. Ni la hacienda, ni el trabajo, ni siquiera la vida, sólo el honor. Cuando alguien te arrojaba un guante, simplemente lo recogías y aceptabas defender tu honor.

Acudí al Ensayo sobre la jurisprudencia de los duelos que el Conde de Chateauvillard escribió en 1890 para saber qué pasaba con aquel individuo que, tras ser abofeteado por otro, decidía no recoger el guante. Ojeé de nuevo el extraordinario ensayo Blandir la espada, de Richard Cohen. Revisé la magnífica Barry Lyndon, de Stanley Kubrick, y la extraordinaria Los duelistas, de Ridley Scott. Nada de nada. Simplemente no existe información, o yo no he sabido encontrarla, al respecto de alguien a quien, tras habérsele arrojado un guante en público, no aceptara batirse en duelo. El honor, entonces, era lo más importante que uno tenía. Ni la hacienda, ni el trabajo, ni siquiera la vida, sólo el honor. Cuando alguien te arrojaba un guante, simplemente lo recogías y aceptabas defender tu honor.

El desafío de José Antonio Abellán a Ramón Calderón, el primer duelo conocido del siglo XXI, esta vuelta de tuerca periodística propuesta por el director de Deportes de la Cadena Cope, aparece claramente reflejado aquí mismo, en Libertad Digital, y también en las páginas de El Mundo y La Razón. Cualquier observador objetivo, cualquiera de las personas ajenas a la radio que hayan tenido ocasión de escuchar anoche El Tirachinas o hayan podido leer hoy la página de publicidad insertada en los dos periódicos mencionados anteriormente, podrá darse perfecta cuenta de que lo que Abellán ha arrojado a la cara de Ramón Calderón no es un guante, no, sino una fábrica entera de guantes, guantes desechables, guantes de lana, guantes de piel, para practicar el esquí, para montar en moto, guantes de boxeador, guantes térmicos, de protección, de látex para limpieza, de napa, guantes de jardinería, de fregar, quirúrgicos, de cetrería, de equitación, de nitrilo, guantes de un sólo uso, de vinilo, guantes para batear, guantes para jugar al golf, guantes de oro, guantes de seda, guantes para novias, de natación, guantes para jugar al billar, guantes de todas las clases, tamaños, colores y formas. Lo que ha hecho Abellán con Calderón ha sido enterrarle bajo una increíble, apabullante y creciente montaña de guantes.

Ahora sólo falta por saber qué hará Ramón Calderón. Las acusaciones de Abellán son durísimas y, en mi opinión, muchas de ellas le inhabilitarían para continuar ejerciendo su cargo al frente del Real Madrid. No es sólo ya el honor de don Ramón, no, sino el prestigio institucional del club que dirige. Si, como era habitual hace siglos, Calderón acepta el reto y decide finalmente acudir a la Cadena Cope antes del jueves 1 de marzo a las doce de la noche con objeto de defender el honor del Real Madrid, yo me llevaré una grata sorpresa. A la una y media, cuando finalice el programa, o bien Abellán deberá dejar la radio como ha prometido, o bien Calderón tendrá que presentar su dimisión irrevocable como presidente del club deportivo más importante de la historia. ¿Recogerá la montaña de guantes?

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