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Juan Carlos Girauta

A vueltas con Matrix

En la televisión pública catalana se ha ensalzado a Terra Lliure, a la que jamás se aplica el obvio calificativo de terrorista. Es la misma televisión que muestra a diario mapas meteorológicos de una fantasmagoría: los Països Catalans.

El neocomunista y/o verde Joan Herrera propone en el Congreso que se devuelva a los indígenas todo tesoro recuperado del mar en navíos españoles. En Frankfurt se presenta una literatura catalana monolingüe, es decir, parcial, es decir, falsa. El Gobierno catalán, presidido por un señor de Iznájar gracias a los votos de cientos de miles de castellanohablantes, celebra la desaparición de la tercera hora de castellano en las escuelas. No de la vigésimo tercera, no de la trigésimo tercera; de la tercera.

Las juventudes de Convergència, partido que representa supuestamente al nacionalismo moderado, se manifiesta con vehemencia en Barcelona contra una ministra... por ir a los toros. Diversos miembros del Gobierno tripartito auguran graves problemas –es decir, vuelven a la simpática práctica de la amenaza, que tan buenos resultados dio al Gobierno Maragall– en caso de que el Tribunal Constitucional modifique el estatuto. Permanece ignota la instancia a la que ellos reservan el papel de máximo intérprete de la Carta Magna (¿su capricho?).

La prensa catalana sigue sin darse por enterada de la presencia en altos estamentos públicos de ex miembros de Terra Lliure, que cometió 160 atentados. Uno de los aquí llamados "activistas" llegó a ocupar la conselleria de Gobernación. María del Carmen Pérez Buj, víctima de Terra Lliure que aún sufre las secuelas del atentado, refiere cómo sus victimarios –condenados a 70 años de cárcel y pronto liberados por "la normalización de la vida política en Cataluña"– la instaron durante el juicio a "sentirse orgullosa" porque lo suyo "había sido por la independencia de Cataluña".

En la televisión pública catalana se ha ensalzado a Terra Lliure, a la que jamás se aplica el obvio calificativo de terrorista. Es la misma televisión que muestra a diario mapas meteorológicos de una fantasmagoría: los Països Catalans. La misma en que un indeseable se cagó en la puta España entre aplausos del público y aprobaciones del presentador: "Molt bé", sonreía.

Un reciente libro incluye un listado de "quintacolumnistas" catalanes, con sus nombres y apellidos. Parece que algunos siguen buscando a los que se libraron del tratamiento de las checas más espantosas que hubo en España, como la de la calle Vallmajor, como la de la calle Zaragoza, diseñadas por Laurencic para romper física, psíquica y moralmente a los de detenidos antes de asesinarlos.

Pero la memoria histórica en Cataluña, donde las checas arrojaron ocho mil muertos, va por otro lado: se crea por ley un organismo público estable dedicado a "conmemorar, recuperar y difundir la lucha antifranquista, por las libertades y la democracia". En su jerga, esto significa que van a honrar en régimen permanente al Frente Popular.

El cuadro alucinante que resulta de los últimos excesos abunda en la idea de Matrix. Sólo que esto es bastante menos divertido que la película de los hermanos Wachowski.

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