Menú
Agapito Maestre

El vídeo de ZP a la luz de Ortega

Sí, ZP es el mejor representante del hombre-masa, que describe y descuartiza Ortega, en la tradición de Nietzsche, como principal culpable de una sociedad incivil, sectaria y cruel.

El 19 de octubre de hace 52 años fue enterrado Ortega y Gasset, el pensador político más importante de la España contemporánea. Aunque muchos no le perdonaron que regresara a su patria después de la Guerra Civil, su entierro fue un acontecimiento nacional. La despedida que le rindieron alcanzó la categoría de genuino acto político, entre otras razones porque fue la ocasión para que muchos hombres y mujeres allí congregados recordaran el afán de su búsqueda de bienes en común, de acuerdos fundamentales entre ciudadanos, para superar los enfrentamientos bárbaros entre los españoles. A la sombra de ese espíritu que presidió la obra y la vida de Ortega, incluso alguien leyó unas cuartillas reclamando tímidamente libertades al régimen de Franco.

Desde entonces hasta hoy, la obra de Ortega ha crecido tanto que incluso es imposible comprender lo que está pasando en España sin recurrir a su pesimista diagnóstico sobre la principal enfermedad de España, a saber, su desnacionalización por el empuje salvaje y criminal de los nacionalismos. En este punto el pensamiento de Ortega, o mejor, su filosofía política y de la historia de España, está hoy más vigente que en su época. Hay, sin embargo, una relativa novedad histórica entre nuestra época y la de Ortega: el nacionalismo separatista tiene su principal patrocinador en un Gobierno socialista. En efecto, hace un lustro ningún separatista hubiera creído que rodando el tiempo el PSOE no sólo sería su mejor aliado sino también su patrocinador.

Todos conocemos al protagonista fundamental de ese giro novedoso y criminal contra España. Todos sabemos cómo se llama. Todos intuimos, e incluso conocemos, sus imposturas para destrozar la nación. También intuimos sus intereses inconfesables. Pero, en mi opinión, creo que nunca llegaremos al alma putrefacta y perversa, si se me permite hablar así, de este dirigente, en realidad, de ese partido, el PSOE, sin utilizar la categoría básica de la sutil teoría política de Ortega: hombre-masa. Su jefe político ha infeccionado de tal manera a ese partido que ya nadie en esa agrupación es capaz de distinguir lo sano de lo enfermo, lo normal de lo patológico, la política del espectáculo bochornoso.

Sí, ZP es el mejor representante del hombre-masa, que describe y descuartiza Ortega, en la tradición de Nietzsche, como principal culpable de una sociedad incivil, sectaria y cruel. El hombre-masa es el que apela al diálogo, al consenso y la bondad de boquilla, porque en la realidad es un extremista radical. El hombre-masa es, sobre todo, un impostor: sustituye el estudio de un libro por la lectura de su solapa; sonríe para matarnos; habla de negociación con los terroristas para ocultar su entrega a los dictados de ETA; y, en fin, se ríe de sí mismo con toda naturalidad, si con ello consigue mantenerse en el poder. El hombre-masa, en verdad, ha conseguido, como dijera Ortega, "la total inversión de los valores: lo superior, precisamente por serlo, padece una capitis diminutio, y en su lugar triunfa lo inferior".

A la luz de la categoría de hombre-masa, sin duda alguna, cualquier persona decente puede comprender el significado antipolítico, de enfrentamiento, del vídeo de Zapatero para la campaña electoral. Zapatero con este vídeo ha hecho visible, como dijera Ortega, "no que el vulgar crea que es sobresaliente y no vulgar, sino que el vulgar proclame e imponga el derecho de la vulgaridad, o la vulgaridad como un derecho".

En España

    0
    comentarios