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Cristina Losada

De pillos y caspas

El último pensamiento que se le conoce se lo propinó a Artur Mas y rezaba tal que así: "Todas las naciones son un invento". Se supone que, desde esa premisa teórica, don José defendía a la nación española.

Ha dicho Carme Chacón que el pensamiento de Bono es "absolutamente minoritario" en el PSOE y ello me ha dejado absorta. Lo primero, por descubrir que el ex ministro de Defensa tiene "pensamiento", cuando lo suyo se reduce a una pose, y trufada de incoherencias. Pero es natural que una dirigente socialista confunda una cosa con la otra. Las españoladasde Bono han dado pie a tomarlo por el representante cualificado de una corriente favorable a la unidad de la nación, frente a las prácticas disolventes del zapaterismo. Y sus bravuconadas contra ETA, como signos de que ahí tenemos a un partidario de la firmeza, frente a la debilidad que ha demostrado el Gobierno. Imagen ésa que ha podido cultivar pese a que fue pionero en el castigo a las víctimas del terrorismo, cuando tras aquella primera manifestación, en enero de 2005, armó el pastel de que le habían agredido y se organizó, como en los viejos tiempos franquistas, la detención de dos personas que pasaban por la foto.

Bono se retrató en aquella ocasión, pero también en otras. Su "pensamiento" quedó expuesto para el análisis en la explotación política del accidente del Yak 42, en la desaparición de los restos del helicóptero derribado (por el viento) en Afganistán con 17 soldados muertos, en los negocios de armas con el gorila Chávez y en la retirada del lema de una academia militar que molestaba a los nacionalistas catalanes. Por no hablar de su técnica con los relojes. En fin, que la única posición de Bono que puede acreditarse es que asume la que en cada momento le conviene. O sea, Bono sólo piensa en Bono. Es un pillo al que se ve venir y hasta sus declaraciones de amor al presidente delatan su intención de presentarse como recambio para el caso de que Zeta se la pegue en las urnas. El último pensamiento que se le conoce se lo propinó a Artur Mas y rezaba tal que así: "Todas las naciones son un invento". Se supone que, desde esa premisa teórica, don José defendía a la nación española.

Sin embargo, hay indicios de que, en efecto, la pose de Bono es minoritaria en el PSOE. Aunque no lo fuera hace siete años. La ministra de Vivienda no sabe echar las cuentas o sufre prematuramente, ay, de fallos de memoria. Pues lo que quedó "archidemostrado" en el Congreso del partido que elegiría a Zapatero es que obtuvo 414 votos, es decir, sólo nueve más que los emitidos a favor de Bono. Ciertas taifas socialistas y el PSC se aliaron para encumbrar a un desconocido que pronosticaron manejable. Y, con el tiempo y las mañas habituales, el PSOE de los Pepiños se ha convertido en un organismo obediente, que come y traga de todo. La única rebelión que le ha estallado fue por no pactar con los secesionistas en Navarra. Los socialistas contrarios a esas alianzas y al pacto con la ETA han tenido que emigrar y montar otro partido o malviven silenciados. Nada de lo cual impide que, si ZP se la da, nos encontremos con que el PSOE era un vivero de disidentes tan fieros como callados.

Es lógico que Chacón defienda a Zapatero, aunque menos que lo proclame ideólogo, otra vez confundiendo las ideas con las ocurrencias. Pero, en fin, gracias a él ha sido promocionada y, por él también, el PSOE luce sobre sus hombros, y en lujuriosa abundancia, la caspa nacionalista, que es materia que el PSC ya lleva en la sangre. Si hay algo revelador de la degradación del partido con el que Chacón, por cierto, insiste en no identificarse, es que la alternativa se halle entre dicha caspa y la que suelta Bono.

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