Los animales atacan cuando se sienten en peligro, cuando tienen miedo o están acorralados. Esa es la causa de que Chávez no deje de rugir bestialidades y llamar a la guerra. Desde que perdió el plebiscito del 2 de diciembre y ve su desprestigio aumentar día tras día, se siente acorralado. Chávez tiene miedo y se nota. Perdió las posibilidades –que él creía tener aseguradas– de convertirse en presidente y dictador vitalicio de Venezuela. De ahí que esté tocando los tambores para reunir gente en su defensa. Sus vociferaciones en contra de Colombia y del presidente Uribe no son otra cosa que un llamado desesperado para despertar el nacionalismo de los venezolanos, quienes, cómo no tienen nada de tontos, saben muy bien que nadie los está atacando y no van a tragar semejante anzuelo.
Tampoco los colombianos vamos a caer en la trampa de aceptar un conflicto con nuestros amigos venezolanos. Somos pueblos de un mismo origen; luchamos por la independencia unidos. Bolívar, hijo de Venezuela, acompañado de patriotas colombianos y de otras naciones americanas, nos dio la libertad. Soportamos, con dolor, la división de la Gran Colombia, pero nunca dejaremos de ser hermanos.
Que quede muy claro, los colombianos y los venezolanos no tenemos deseos ni motivos de una confrontación armada, por más tambores guerreros que toque Chávez. Queremos la paz entre las dos naciones. Si hay algo que discutir, queremos hacerlo con altura y con dignidad, como gente civilizada que somos, como vecinos y amigos. No con palabras soeces ni con insultos.
Además, los grandes favorecidos, si se presentara un problema entre Colombia y Venezuela, serían las FARC. Cualquier confrontación, aun el desgaste que conlleva esta profusión de insultos de Chávez hacia Uribe, debilita la democracia de ambos países porque crea gran malestar y confusión entre pueblos amigos.
"Dividir para reinar" es el efecto que buscan los terroristas. Chávez tal vez no ha entendido hasta qué punto lo están manipulando. Extraño, porque después de las mentiras que le metieron sobre el niño de Clara Rojas, ya era hora de que entienda la calaña de esos asesinos, secuestradores y terroristas.
Demos gracias que hasta el momento sus insultos solo han logrado caricaturas y burlas. Como se sabe, "el que mucho habla mucho yerra" y "a voces necias, oídos sordos". Tranquilos, venezolanos y colombianos, que "no hay mal que dure cien años, ni país que lo resista". Tarde o temprano, "el pez cae por la boca", así que esperemos a que caiga el bocón.