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José Antonio Martínez-Abarca

La razón tras la tibieza de Camps y Valcárcel

El silencio momentáneo de alguien como Valcárcel, que tiene la boca más bien mala (es el único que públicamente se ha atrevido a sugerir dipsomanía en Maragall), es sólo la diferencia horaria entre el relámpago y el trueno.

La moderación es ahora el último refugio de los canallas, que eso del patriotismo sería hace un siglo y está más pasado que el fondillo de la billetera del último Antonio Machín. No obstante, y sin que sirva de precedente, creo entender por dónde van el "barón" Camps y el fijodalgo Valcárcel (su señor padre es una especie de noble al que no le hizo falta arruinarse y a quien yo me lo he imaginado siempre doblando la capa española que gasta para utilizarla de almohada) con su morigerada protesta contra el agravio que les ha hecho el Gobierno en el trasvase del Ebro.

Y, sin que sirva de precedente también, creo que la momentánea y, desde fuera, ridícula tibieza está tan bien traída como la exasperación que encierra y que más a corto plazo que a medio seguro explotará. Me pegué el gustazo escuchando a un sembradísimo Federico, otro día, ironizando en la COPE sobre Arenas, Camps y Valcárcel, quienes amenazan a los del Gobierno de Z con no "ajuntarse" más con ellos en el recreo y permanecen silentes en Elche a la diestra del tronitonante, qué digo tronitonante, hómerico, qué digo homérico, bíblico Rajoy guiando nuestros rectos culos por el camino del hombre socialdemócrata.

Pero los distintos silencios no resultan iguales, siendo el mismo. El silencio de Camps presidiendo en su tierra el "recado" de Rajoy a Aguirre me figuro que significa cosas en las que no entraré, porque muy otras cosas quiere Camps, "el sucesor", que Valcárcel, y su alianza es amical y orográfica, mucho más que política. Sin embargo, el silencio de Valcárcel, el pentotal en vena de Valcárcel, la aparente narcosis de Valcárcel ante el mayor atropello del que ha sido objeto su tierra por parte del Gobierno central, y ya van algunos, sí es explicable. Y hasta asumible. Puede que hasta yo, que creo en esa sentencia que dice que "el conocimiento no te hace más tolerante, sino menos" hubiese hecho lo mismo.

Porque en lo del agua del Ebro hay que remontarse a algunos años atrás, no muchos, apenas siete u ocho. En el trasvase del Ebro creían Aznar a título personal y cuatro más. De los cuales la mitad no estaban en su Gobierno y alguno de los del Gobierno no siempre había estado tan convencidos, como el propio Aznar de la primera legislatura, que se dejó vencer por la insistencia, rayana en la condición sine qua non, del murciano Valcárcel. Así fue la pequeña historia. Conseguir el PHN se debió a un compromiso presidencialista, no del PP como "sensibilidad mayoritaria". Periódicos de referencia que hoy claman por el trasvase no eran ni mucho menos tan trasvasistas entonces, expidiendo editoriales calculadamente "equidistantes" entre el sí pero no, entre el agua y el vino, entre el pan y los peces y alojando en sus páginas un montón de firmas francamente hostiles, más que de las otras.

Valcárcel, como los empresarios, regantes, sindicatos "de clase" y, oh, las cosas que hemos visto, que diría Falstaff, incluso el socialismo murciano de entonces, no tanto el valenciano, quedó como el vampiro del milenio, el ladrón nocherniego de recursos y la caparra de los pobres preteridos del interior. Hubo una "manifa" aglutinante en Valencia que no sirvió, claro, para nada. Se anunció repetidamente otra en Madrid que no se efectuó porque sólo hubiese servido para enfadar a los taxistas. Mientras, el aparato socialista conseguía que la UE, ese irrelevante órgano asambleario adscrito al kiosko de influencias montado por Al Gore, demonizara los trasvases, si bien paradójicamente no su financiación.

Valcárcel estuvo muy cerca de acabar en líder "quemado" por una obsesión. Solo o en compañía de otros (Camps) decidió que la estrategia tenía que ser otra. Y pasa por Cataluña. Por CIU, más concretamente. Si no había Ebro, que hubiese Ródano, o las dos cosas. Por dinero, incluso procedente de manos privadas (empresarios levantinos) no iba a ser. Que le pregunten a Pujol, que está perfectamente informado de casi todo. Los socialistas, en el fondo, con su imprevisión e insolvencia sólo han puesto más fácil esa estrategia. Voluntarista o no, pero es la que la "sociedad civil" del Levante se marcó hace años, y en ella siguen.

Aunque parezca lo contrario, las cosas pintan mucho mejor ahora que hace un mes para los levantinos porque el teatrillo bienpensante y mediáticamente efectivo de la ministra Narbona, so capa de "no enmendallo" con la nueva ministra Espinosa, se ha venido absolutamente abajo, ante la satisfacción incluso del compañero Borrell. ¿Y la sentencia favorable del Tribunal Constitucional? Por muy centristas que se pongan, no están tan locos en el PP como para poner los huevos en esa cesta. El silencio momentáneo de alguien como Valcárcel, que tiene la boca más bien mala (es el único que públicamente se ha atrevido a sugerir dipsomanía en Maragall), es sólo la diferencia horaria entre el relámpago y el trueno.

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