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Juan Carlos Girauta

Aguirre como salvavidas de Rajoy

Rajoy debería ser consciente de que, a fin de cuentas, el que ganen a Zapatero dentro de cuatro años depende mucho de Esperanza Aguirre.

Leída la entrevista a Esperanza Aguirre en El Mundo, quedan algunas impresiones que, de confirmarse, marcarán el futuro del PP hasta el congreso de 2011 y decidirán sus posibilidades de ganar al año siguiente, esto es, de evitarnos otra desoladora etapa connotada de lacras parecidas a las que retratan al felipismo.

Me refiero al estropicio que puede provocar la coincidencia de estos factores: tres o más legislaturas seguidas en manos de la izquierda; desatención a la crisis económica, ya sea por impericia, ya por incompatibilidad con la demagogia zapaterina de las medidas económicas necesarias (la demagogia zapaterina sólo es factible a base de gasto público); consolidación definitiva de la hegemonía progre en la formación del imaginario, acaso esta vez con un mago diferente a Prisa manejando la varita; patrimonialización de lo público (sello del PSOE desde hace tres cuartos de siglo); rendida entrega a un color político por parte de instituciones y órganos en principio neutrales, o sin cuya neutralidad el Estado de Derecho sufre calamitosos perjuicios. Por no hablar del cambio de régimen sin reforma constitucional, que es distintivo de la era Zapatero y no encuentra paralelismo en los años de democracia.

Las posibilidades de evitar la prolongación de todo esto más allá de 2012 son proporcionales a la capacidad del PP para mantener el voto de 2008. Así las cosas, el principal problema al que nos enfrentamos es el error analítico que Rajoy ha bendecido: entender que el PSOE no perderá soportes electorales y que, por tanto, sólo se le ganará aumentando los impresionantes diez millones trescientos mil votos del PP; o que perderá soportes en menor o igual medida que el PP. Sin ese error analítico, ¿a qué vendría arriesgar el voto consolidado alterando su forma de hacer política? El riesgo sólo se explica por la (supuesta) necesidad absoluta de sumar más apoyos a los actuales, empeño que, dada la estructura del voto español, me parece condenado al fracaso.

Decía que la entrevista a Esperanza Aguirre suscita reflexiones íntimamente relacionadas con el futuro del PP. Resumo: si su personal discurso, su reivindicación de Aznar, su habilidad para sostener una tensión adecuada con el rajoyismo sin romper la baraja, su ascendiente sobre el voto liberal y su excelente gestión en Madrid se mantienen, en la misma medida se recuperará el grueso de los críticos llegado el momento. Salvo que en el congreso de 2011 se reedite el espectáculo de ingratitudes y la imagen de entreguismo al adversario ideológico. Entonces no habría nada que hacer.

Pero si para entonces han aprendido de sus errores, puede que los votos que en las europeas, gallegas, catalanas y vascas hayan huido a UPyD se decanten en generales por el voto útil. Rajoy debería ser consciente de que, a fin de cuentas, el que ganen a Zapatero dentro de cuatro años depende mucho de Esperanza Aguirre.

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