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José Antonio Martínez-Abarca

Garzón se ha salido con la suya

Cuando el Gobierno no sabía qué hacer ante la crisis –si negarla, confirmarla o preterirla– Garzón sí lo sabía. Si no puedes con la crisis, crea otra. Si no se podía hablar del presente, hablaríamos de una parte del pasado, con la coartada del futuro.

La Causa General contra el franquismo de Garzón ha cumplido todos sus verdaderos objetivos hasta llegar al instante preciso en que se han agotado sus potencialidades por consunción natural. Ni antes ni después: el instante ha sido la presencia, este fin de semana, del presidente Rodríguez Zapatero en Washington y las fotos de su apretón (en sentido manual y también en el escatológico) con Bush, que han venido a heredar de Garzón la responsabilidad de desviar la atención sobre el papel del Gobierno español en la crisis. El sábado Zapatero sacó a España del "rincón de la Historia" y ya el lunes Garzón se inhibía de cavar en las fosas y husmear en los osarios. Ya no tenía por qué cansarse, que la cadaverina es mala para los pulmones. El compañero presidente ha relevado en Washington al compañero juez en su ímproba tarea de evitar que la ciudadanía española caiga por un descuido en la dura realidad.

¿Que el compañero juez no ha podido siquiera obtener el permiso de la judicatura, ni de la fiscalía, ni de las propias familias para remover la podredumbre del pasado lejano y que en un auto de 152 páginas se dedica aparentemente a enfadarse con el mundo por no haberle dado el capricho de poder ejecutar su beneficencia? ¡Cuán equivocados estaríamos y qué incautos seríamos si nos tragáramos el nuevo cebo del magistrado insomne! En realidad Garzón ha llegado hasta donde quería llegar: entretener al personal hasta que se dejara públicamente claro, para tranquilidad de los votantes, que la crisis es tan culpa de Bush que éste no tuvo más remedio que llamar a Zapatero a la Casa Blanca para ver si éste le daba alguna idea con la que arreglar la sociedad mundial en un rato. Zapatero deberá agradecerle sus servicios a Garzón como corresponde, y en mucha mayor medida que a Sarkozy por llevarle al G-22 como silla adjunta.

Cuando el Gobierno no sabía qué hacer ante la crisis –si negarla, confirmarla o preterirla– Garzón sí lo sabía. Si no puedes con la crisis, crea otra. Si no se podía hablar del presente, hablaríamos de una parte del pasado, con la coartada del futuro. Y vaya si nos hemos hinchado a hablar de lo de Garzón con tal de no hablar de otras cosas.

¿La reparación a las víctimas del franquismo, el esclarecimiento, la investigación? ¡Pero no se lo habrían creído ustedes también! Con lo de Garzón se trataba de demostrar únicamente (aparte de la importante revelación de que Franco murió en el 75), que Garzón, él solito y su publicidad engañosa, es capaz de hacer que el Gobierno socialista en sus peores momentos siga empatado en las encuestas. Gran éxito para Garzón, que puede cogerse otra vez unas vacaciones.    

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