Menú
Juan Carlos Girauta

Una oposición de silicona

La oposición que querría el PSOE y sus mariachis públicos o paisanos constituiría una aberración, claro, una perversión política peor que la perversión sexual que promueve Tsuchiya. De la izquierda española se puede esperar cualquier cosa.

Hideo Tsuchiya es un empresario nipón que ha revolucionado el sexo en su país y que previsiblemente lo seguirá revolucionando, internet mediante, en el resto del globo. Da cuenta del fenómeno Virginia Casado en la contraportada de El Mundo. Las muñecas de silicona de Tsuchiya poseen un fidelísimo y asombroso aspecto humano, incluyendo tacto y oquedades, y pronto tendrán la adecuada temperatura corporal, amén de emitir algún que otro jadeo. Tales no-mujeres presentan, si atendemos a su creador, todo tipo de ventajas para el hombre japonés, y no sé si para la lesbiana japonesa. Escuchen, escuchen: "No habla, no da problemas, es como una mascota, pero aun mejor porque ni siquiera molesta a los vecinos (...) Los japoneses ven a la mujer como algo de su propiedad. Con mis chicas se sienten seguros". Un feminista, el tío.

Una farsa semejante, no sexual sino política, pero idéntica en esencia, pretenden el PSOE y sus periodistas parapoliciales: la oposición de silicona. Un centenar y medio de muñecos tamaño natural, con sus trajes y corbatas, con sus barbas y bigotes (bueno, no, bigotes no), con sus maletines y telefoninos, ocupando la mitad del hemiciclo en poses ora atentas, ora despistadas, alguno en ademán de pedir la palabra, otro enfilando el pasillo como para ir al lavabo. Una oposición de silicona que cubra las apariencias democráticas pero no haga preguntas, no presente mociones, no enmiende, no replique.

La oposición que querría el PSOE y sus mariachispúblicosopaisanosconstituiría una aberración, claro, una perversión política peor que la perversión sexual que promueve Tsuchiya. De la izquierda española se puede esperar cualquier cosa. Lo raro es que el ser acosificarse preste de grado, que la esposa o amante de carne y hueso se adapte al rol de muñeca, callada, quieta, muerta. En semejante depravación se estaba hundiendo la oposición hasta que empezó la cacería de Garzón ¡Qué blandura, qué dejarse hacer, qué complacencia infinita, qué ganas de no molestar! Lo único bueno de la cacería ha sido acabar con la era de la silicona.

En España

    0
    comentarios
    Acceda a los 6 comentarios guardados