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Gabriel Moris

Seis años de oscuridad y tres de silencio

Mi deseo como víctima y como ciudadano es que a partir de hoy mismo se comiencen a rectificar los errores, se investigue lo no investigado, se juzgue lo no juzgado y se pida perdón públicamente por las mentiras e insidias vertidas sobre este asunto.

Parece inacabable la Vía Dolorosa en la que nos metieron los que tuvieron la diabólica idea de llevar a cabo la mayor masacre terrorista cometida en la España de la Unión Europea. No sólo las víctimas de aquel atentado, también todos los ciudadanos de bien recordaremos el próximo día 11 de una forma especial. No porque los aniversarios anteriores hayan pasado inadvertidos, sino porque cada año que pasa y cada día de silencio, los percibimos como el cierre del capítulo más triste de nuestra reciente historia en democracia. El silencio y el olvido jamás podrán ahogar la sed de Verdad y de Justicia que inundan nuestros corazones y nuestras almas.

La memoria histórica y el perdón practicado por algunos herederos de aquel horrible cementerio fabricado por los españoles, no nos permite entender la falta de memoria y de espíritu de reconciliación para con el gran atentado de nuestro siglo.

Recuerdo palabras pronunciadas durante estos seis años:

"Ha sido ETA"
"Hay terroristas suicidas en los trenes"
"España no se merece un gobierno que nos mienta"
"Ha aparecido nitroglicerina"
"El explosivo utilizado ha sido Titadyn con cordón detonante"
"Ha sido Al Qaeda por nuestra participación en la guerra de Irak"
"Ha sido un grupo islamista radical"
"Para encontrar a los culpables no hay que buscar en desiertos remotos ni en montañas lejanas"

Sin ser exhaustivos, estas frases se pronunciaron por responsables políticos en el período comprendido entre el 11 de marzo del 2004 y el cierre de la Comisión de Investigación en Junio del 2005. Con la perspectiva de seis años, creo que cualquier ciudadano medianamente informado puede concluir que ninguna de las frases o afirmaciones citadas anteriormente se han mostrado verdaderas hasta el día de hoy. Perdón, sólo la presencia de nitroglicerina en una muestra de los focos de explosión se ha revelado cierta.     

Cerrada la comisión de investigación, se decidió sustituirla por una Comisión de Expertos Independientes. Nada más útil para los encubridores del crimen que decidir crear otra comisión de investigación que no llegó a crearse. No hubo necesidad de interrumpir su andadura. De dicha comisión salió la frase que todos recordamos: "Dejemos que hable la justicia". Y la justicia habló.

Habló por boca y hechos del juez instructor del Olmo que consintió el desguace de los trenes en los días siguientes a la masacre. El mismo que no fue capaz de incluir en el sumario los análisis de las pocas muestras que se analizaron procedentes de los focos de explosión. Sí incluyó los análisis de todas las muestras que se tomaron en zonas alejadas de los focos y que no habían causado los estragos sobre las víctimas inocentes. La Justicia habló por boca del mismo juez que cerró a cal y canto el sumario impidiendo cualquier tipo de sugerencia por las partes del mismo. El mismo magistrado que parecía tener una predilección especial por la autoría islamista, aunque los hechos no eran plenamente acordes con la misma.      

La Justicia también habló por boca del tribunal de la Casa de Campo. De los veintinueve imputados, solamente uno fue condenado como autor material por su presencia en los trenes. Resultado que debe sonrojar a toda una Administración de Justicia del Estado. Nada de Al Qaeda, nada de guerra de Irak, nada de Ben Laden y nada de autores intelectuales. Del arma homicida se dijo que procedía de Mina Conchita, pero sin un argumento sólido para ello. Ni los móviles del atentado, ni la logística del mismo, ni los hechos de Leganés quedaron esclarecidos. Como no podía ser de otro modo, el Tribunal Supremo rectificó la sentencia de la Audiencia Nacional en el sentido de levantar la condena que pesaba sobre los cadáveres encontrados en Leganés. Resultaba muy fuerte la condena sobre un reo que no pudo defenderse en el juicio.

Después de lo que antecede, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que a día de hoy no conocemos la verdad de la masacre cometida el 11M; no obstante, si alguien está en disposición de demostrarme lo contrario, con mucho gusto procedería a la rectificación del contenido de este artículo.     

Lo más grave resulta ser la unidad de criterio para silenciar y olvidar este crimen por parte de todos los órganos del Estado: Jefatura del Estado, Poder Ejecutivo, Poder Judicial, Poder Legislativo y muy especialmente el Ministerio del Interior desde el día del atentado hasta hoy.

Mi deseo como víctima y como ciudadano es que a partir de hoy mismo se comiencen a rectificar los errores, se investigue lo no investigado, se juzgue lo no juzgado y se pida perdón públicamente por las mentiras e insidias vertidas sobre este asunto. Éste es el único homenaje digno que podríamos rendir a los que perdieron su vida aquella mañana por el "delito" de ir a trabajar, y a los lesionados física, mental y moralmente por la cruel barbarie que cambió para mal el curso de nuestra historia contemporánea.          

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