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José Carlos Rodríguez

Libertad frente al terror

¿Qué queda, entonces? Queda reducir al terrorismo a sus justos términos, que son los del crimen común, sin otorgarles ni cobertura ideológica ni reconocerles un estatus distinto del de cualquier otro grupo delincuente.

Diez años después de los atentados del 11 de septiembre cabe preguntarse qué hacer frente al terrorismo. No remozar sus causas, porque las causas son siempre ideológicas. Tampoco vale el apaciguamiento porque alimenta al terrorismo, ya que hace propia la lógica del terror. Pero tampoco cabe caer en la violación de derechos para luchar contra él.

Se dice que los terroristas actúan por lo que somos; y lo que somos, o debemos ser, es una civilización abierta y libre. Ceder en nuestras libertades supone, por tanto, dos cosas: caer en la estrategia del apaciguamiento, ya que nos acercamos a sus objetivos, y por otro darles la victoria de antemano, adelantarnos nosotros a sus objetivos y cumplirlos puntualmente. ¿En qué sentido se puede decir que una política así es antiterrorista?

Pero hemos de renunciar a una parte de nuestra libertad, se dice, para lograr mayor seguridad. Falsedad vil como pocas, porque la seguridad es la ausencia de injerencia en nuestros derechos, que es exactamente en lo que consiste nuestra libertad. Libertad y seguridad son una y la misma cosa.

Bien, entonces se dice que cedemos una parte de la libertad (es decir, de la seguridad) ahora para garantizar una mayor seguridad (es decir, libertad), en el futuro. Pero no es verdad. Como más nos afecta el terrorismo es en el modo en que cambiamos por su amenaza. Es más, una parte consustancial al terrorismo es la amenaza y nosotros acabamos magnificando esa amenaza y, de este modo, contribuyendo de nuevo al terrorismo en lugar de luchar contra él.

¿Qué queda, entonces? Queda reducir al terrorismo a sus justos términos, que son los del crimen común, sin otorgarles ni cobertura ideológica ni reconocerles un estatus distinto del de cualquier otro grupo delincuente. Y el desempeño de las fuerzas del orden que sea compatible con el pleno ejercicio de la libertad. Más el orgullo de hacer ver que nos aferramos a nuestra libertad y a nuestro modo de vida sin considerar siquiera las acciones de los terroristas. En ese momento sabremos, independientemente de lo que pueda ocurrir, que habremos ganado de veras al terrorismo. También en nuestro seno.

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