Si, es verdad. España ha sido un país horripilante. Asesinos en el nombre de la Cruz... martillo de los herejes... sangrientos conquistadores.
Hace 500 años España era el país "más salvaje" del planeta. No se como lograron conquistar el continente americano, elevar a los indios a la categoría de "seres humanos" (culpa de esa feminazi progre de Isabel La Católica) y tratar de evitar a toda costa su esclavización. Se casaban con las indias, reconocían a sus hijos mestizos, les bautizaban y educaban. Convirtieron a los indios al catolicismo porque odiaban de tal modo a los indios que sólo querían la perdición de sus almas.
Los muy nobles, civilizados y visionarios ingleses se dedicaban a exterminarlos, así no molestaban más. No perdían el tiempo tratando de salvar almas ni cuerpos. Tal vez habría sido mejor seguir el ejemplo inglés, no habrían quedado indios ni mestizos ni tarados dispuestos a repetir hasta la saciedad y más también, la leyenda negra de la conquista de América.
Y no hablemos de los super-mega-chachi holandeses. Muy protestantes ellos. Y muy dedicados al comercio de esclavos, esa actividad que tanto dignifica a quienes la desarrollan.
Y por hablar de la "barbarie" de la contra-reforma... una auténtica monstruosidad comparada con el suave, pacífico y muy racional Calvino. O con las quemas de brujas de la centroeuropa protestante.
Lo dicho: un asco de España.
Pero un asco que me llena de orgullo. Porque al lado de España, los demás países eran simples hordas de salvajes.
VIVA LA ESPAÑA CATÓLICA!
No termina D.César de ir por buen camino :(
Después de seguir con paciencia y terquedad esta serie de artículos, dedica uno de ellos enteros a decir que debemos asumir la realidad de nuestra historia quedándonos con lo bueno y no ignorando lo malo que hubo. (y que coincido plenamente con él, y que no es cuestión de si fue más o menos que en otros sitios...)
Creo que sigue equivocado en culpar (casi) exclusivamente a la Iglesia Católica, y DESDE LUEGO se me antoja escasísimo consejo o guía lo contenido en este artículo.
Yo, por mi parte, ya tenía asumida, creo honestamente, de forma realista y desapasionada nuestra historia. Ni principes azules, ni villanos totales... Los disculpo como hombres de su tiempo que fueron, pero no por idolatrarlos, sino porque no está en mi mano hacer nada más.
Espero que sus siguientes artículos contengan objetivos, sugerencias... o lo que sea, pero más claros, concisos y que se puedan llevar a la práctica. De un modo más rápido o menos, pero que se puedan llevar a la realidad.
Aunque, a la velocidad que lleva, y con la idea que parece presidir todos sus razonamientos, me temo que espero en vano que nos diga algo "en claro".
Hasta la siguiente.
Estimado César, me veo en la obligación de advertirle dos cosas:
1.- Padece usted de mentalidad católica, ya que defiende usted que hay un solo libro verdadero, que nunca se equivoca y fuera del cual sólo hay tinieblas y condenación.
2.- Padece asimismo de una clara incoherencia en su pensamiento, pues dicho libro dice lo siguiente: «Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; UN CUERPO, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, UNA FE, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.»
Las mayúsculas obviamente son mías, y siento decirle que ustedes los protestantes no obedecen al libro en el que fundamentan su fe, pues cada cual cree cosas opuestas y a menudo unas iglesias se enfrentan a otras por esa creencia, llegando incluso a condenarse las unas a las otras. En fin, que no son un sólo cuerpo, ni una sola fe, ni tampoco un sólo bautismo porque ni en eso se ponen de acuerdo.
De nuevo este artículo utiliza argumentos que pocos asumen, de lo contrario no estaríamos donde estamos. De nuevo el párrafo que señala: “ …Su peso excesivo sí fue la causa directa e innegable, entre otros fenómenos….” referido al catolicismo es del todo exacto. Por supuesto los todavía contrarreformistas le seguirán criticando con aspereza y felonía perpetuando la actitud que impide que España deje de ser un país de segunda categoría. No puedo por menos que pensar en el hoy cuando el clero católico es responsable de respaldar a la ETA y los nacionalismos, el clero nacionalista por esa actitud y al resto del clero español por no denunciar esas actitudes, que, es curioso, son anticristianas.
El clero católico español es cómplice de los crímenes de ETA por acción o por omisión.
La ideología que representa esta actitud no es algo del pasado. Sigue presente en el presente continuo pues cacarean como corral de gallinas y, por desgracia, con perspectivas de futuro. Parece que se creen el colmo de la veracidad.
Salud Don César.
Don César,
es muy gratificante comprobar que algunas de nuestras reflexiones anteriores han sido ratificadas en sus escritos.
Le invitamos a leer por ejemplo esta entrada, entre otras:
http://libertadyobjetivismo.wordpress.com/2011/12/...
Muchas gracias por compartir su vasta cultura.
Saludos,
Daniel
III
Aunque todos los renglones son “de primera” algunos son mas que otros freudianamente interesantes: “A decir verdad, el regreso a períodos pasados como la España de los Austrias, la Segunda República o el Régimen de Franco me parece no sólo terrorífico sino uno de los destinos menos deseables para cualquier persona que ame la libertad”
¿Y qué régimen político hubiese sido para usted el más deseable para suceder a la Segunda República, si se puede saber? ¿Tal vez un mixing rebujadito de Zapateros, Suárezes, Gonzálezes y Aznares de la época capitaneados por un tal D. Juan III de la English masonic logiae?
Y sigue: “y yo, precisamente, creo que la Historia de España debe ser examinada desde ese deseo de libertad y así es como yo me permito examinarla”.
Ufff. Desde luego que uno nunca sabe qué contestar a los que dicen que mueren por libertad.
Como son creo 3.000 caracteres por cada comentario, o al menos era así en la época de Pedro Botero, creo que esto da para dos (al final tres, pido disculpas) y es mejor no seguir con lo de poner a la par a Carrillo con Fray Tomás de Torquemada o D. Marcelino
En fin, D. César, perdone en lo que merezca ser perdonada esta intromisión contraria. El empresario de marras estará muy compungido, pero yo estoy muy divertido. El pasado es inamovible, y siempre, siempre, podía haber sido mejor pero podía haber sido peor. Es el que fue. El presente es el que es nuestro. Si uno ha estado a punto de heredar pero al final no hereda, uno puede hacerse rico por sus propios medios, no le vamos a echar la culpa a la herencia.
Los ajustes de cuentas con el pasado son un buen pasatiempo. Podemos, no obstante, pegarnos en honor al infamante Siglo de Oro un buen par de “latigazos” al estilo de Sevilla en la Semana Santa.
Supongo que esta entrada suya de hoy estará varios días y dará mas de si. Yo le doy las gracias de antemano.
II. Su "repaso" a la Iglesia Católica parece una lanzada a moro muerto, pues la Iglesia católica ahora y siempre, ahora más, ha sido utilizada por la ciudadanía española de forma conveniente a su idiosincrasia. La Iglesia católica no ha moldeado a los españoles, los españoles la han adaptado a su forma de ser. Y la Iglesia católica ha tratado de ser simbiótica con el pueblo. Es una empresa, como todas las religiones. Es una pena que no esté ya kolander porque inicié con él un amago de debate "El secreto está en los genes", que no tuvo continuidad.
Mezcla churras con merinas. Cosa claras, bien razonadas, aunque archisabidas, como lo de la colaboración de la Iglesia católica con Eta, la izquierda o el nacionalismo catalán, las gazpachea con la "destrucción de pueblos en Hispanoamérica" ... ¿pero que no han hecho sus protestantes en Usa, alma de Dios?
Y en cada renglón tiene una: "el carácter ovejuno de una población que deseaba muchas cosas antes que la libertad y que permitió que el dictador muriera en la cama"
¡Se referirá en todo caso al carácter ovejuno de la población actual!, vamos, digo yo. Y a lo de que Franco murió en la cama... ¿deja entrever, tal vez, algún berrinche oculto porque no muriera igual que Mussolini?
Tantos libros como seguro que habrá leído Vd., don César, tantos como habrá escrito, y no ha entendido nada.
I Empecinamiento absurdo, D. César. Esto que usted hace tiene pinta de psicodrama casero. De diván de Freud. Trata continuamente de enjuiciar el pasado con premisas del presente. Mira la Historia de España bajo el prisma político y las consideraciones éticas del presente. Se ha hecho adalid de la causa "de lo que pudo haber sido y no fue", y es incapaz de observar los momentos históricos en su contexto histórico.
Reitera de forma continua - comprensible en estos días - la aberración que supuso expulsar a los judíos, cuando los judíos por entonces eran expulsados de todos sitios. Y lo seguirán siendo.
El carácter de apartheid de su religión y su habilidad para manejar las finanzas de los países poderosos crea recelos, odios y envidias. Las cosas son así, ellos son así, aunque para usted tengan todo el derecho del mundo a ser así. Soslaya la necesidad existente en 1.492 de crear una nación bajo la unidad de una sola fe, una sola tierra y un solo rey, cuando prácticamente todas las naciones de la Eda Media se crearon al amparo de ese estandarte.
La estructura semántica de su discurso es la de un sermón dominguero dicho desde el púlpito, adaptando al lenguaje culterano de un pastor protestante los berridos altisonantes de un cura trabucaire.
Maltrata a nuestras mas insignes figuras de la literatura sin observar mínimamente que ellos eran hijos de su tiempo, y da la impresión de no haber visto de cerca un gitano en su vida, no ya de haber convivido con ellos, y al respecto me asaltan chistes fáciles allende el Atlántico que no quiero poner. Y no digamos, al hablar de moralidad, la forma que olvida de forma flagrante dónde se impuso el aborto como forma de anticoncepción y dónde está legalizada la interrupción del embarazo hasta la 30 semana, que se dice pronto. O el diagnóstico prenatal para echar al cubo de la basura a fetos con Down o malformados. O en qué países la eutanasia es legal y hasta a demanda. Nada de eso ocurrió en España primigeniamente, aunque la adopción que de ellas se ha hecho supongo le parecerá cojonudo.
[No nos ha ido tan mal]
Pues, a pesar de todo, no nos ha ido tan mal. En 2003, último años completo de Aznar, España era la 7ª potencia económica del mundo, tras EE.UU., Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia, y por delante de Canadá. Con nuestra población, es harto dudoso que hubiéramos podido estar más arriba, cualquiera que hubiera sido nustra historia anterior. Así que, en 2003, Reino unido y Francia, estaban poco mejor que España.
Incluso en 1900, tras el "desastre del 98", que nuestros egregios escritores -- e ignaros supinos (con alguna excepción) en Ciencia, Tecnología y Economía--agrandaron hasta el histerismo, provocando el arbitrismo ("regeneracionismo"), España era la 10ª economía del mundo (ver las tablas de PIB retrospectivo del economista de la OCDE --reientemente fallecido--Angus Maddison). Ese desarrollo había comenzado hacia la mitad del siglo XIX, acelerándose durante l Restauración.
En los 6 años largos de la Dictadura de Primo de Rivera (esos años 20 de "injusticias sociales" [*]) España exhibió las tasas de crecimiento del PIB mayores del mundo, lo que permitió un notable desarrollo económico y social. En realidad, tras la decadencia de la 2ª mitad del siglo XVII, el XVIII fue de gran recuperación; en tiempos de Carlos III y sus gobernantes y élites ilustradas (que bebían de fuentes británicas, no francesas), España, entonces con la 2ª mayor flota del mundo (con una potente Marina Real que le permitía proteger el comercio con nuestro inmenso Imperio ultramarino), era una apreciable potencia europea.
Si es cierto que el reinado de Carlos IV con su valido Godoy no fue brillante, el gran corte en nuestra evolución se produjo por el desastre (ese sí) de la Guerra de la Indepencia, con sus grandes destrucciones (muchas provocadas arbitatriamente por las tropas francesas y otras, intencionadamente por nuestro "aliado" británico, que así debilitaba a un competidor futuro).