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Pedro Fernández Barbadillo

El mismo plato de fabes para Rajoy

Un partido no puede vivir sin ideas, pero nace para conquistar el poder. El PP de Asturias no ha querido ni las ideas ni el poder; ha preferido la oposición subvencionada y en consecuencia ha perdido, desde noviembre, la mitad de sus votos

En Asturias cada una de las tres elecciones celebradas en menos de un año ha tenido un ganador distinto. En las autonómicas de mayo, el partido con más escaños fue el Foro Asturias Ciudadanos; en las generales de noviembre, el PP; y en las de ayer, el PSOE. José Antonio Griñán y Alfredo Pérez Rubalcaba (ambos con padres en el Ejército de la Victoria franquista) pueden hoy presumir de una victoria moral, que unen a su victoria real en Andalucía.

Los socialistas asturianos tienen el 32% de los votos, lo que les supone crecer un 3% respecto a 2011 (con más abstención, eso sí; una nueva prueba de que la abstención beneficia al PSOE) y han quedado primeros en todos los grandes municipios salvo Oviedo. Si FAC y PP estuvieran unidos, el destino del PSOE asturiano sería similar al del PSOE cántabro: en torno al 25% de los votos y reducido a pequeños ayuntamientos. 

El otro ganador es Francisco Álvarez Cascos, que, si bien pierde votos y escaños, sigue por encima de sus rivales del PP y se va a beneficiar de un acuerdo con éstos para volver a ser presidente regional, a no ser que el PP quiera regalar otra comunidad autónoma al PSOE. 

Izquierda Unida sube en votos, cuando la participación ha caído once puntos, y gana un escaño. UPYD entra en otro parlamento regional y si el PSOE arrebatase un escaño a FAC en la circunscripción occidental sería la clave para el nuevo Gobierno.

Mariano Rajoy Brey es el perdedor. En un sistema político cada vez más presidencialista como el español, donde en una persona coinciden la jefatura del Gobierno, la del partido y la del grupo parlamentario, no cabe culpar a los virreyes regionales. Cuando chocaron Cascos y los funcionarios del partido en Asturias, Rajoy no quiso tomar una decisión política y prefirió el recurso del jurista timorato: el reglamento. Un partido no puede vivir sin ideas pero nace para conquistar el poder. El PP de Asturias no ha querido ni las ideas ni el poder; ha preferido la oposición subvencionada y en consecuencia ha perdido, desde noviembre, en sólo tres meses, la mitad de sus votos: de 222.000 a 107.000. 

El PP local, con permiso de la dirección nacional, boicoteó el Gobierno de Cascos, hasta el punto de que los diputados regionales rechazaron los presupuestos y mantuvieron los elaborados por el último Gobierno del PSOE… contra los que habían votado en su momento. También se han opuesto a medidas contra el derroche como el cierre de la televisión pública asturiana. 

Cascos, que carece de medios de comunicación que le apoyen, jugó fuerte: disolvió la Junta General y convocó elecciones. Un acto político: ante un bloqueo parlamentario, en vez de chanchullos, elecciones. No ha ganado, pero ha mantenido su hegemonía dentro del centro-derecha. El PP, con una candidata distinta de la de mayo de 2011 y con los cebos del Gobierno nacional y el voto útil, quería superar a FAC… y sigue por detrás. 

¿Serán capaces Cascos y Rajoy de ponerse de acuerdo en un Gobierno y un programa? Para quienes no vivimos de la política es de desear ese pacto frente a un PSOE amenazante; y también para comenzar, de verdad, la recuperación de una región en decadencia: desindustrialización, despoblamiento, paro… y desencanto: sólo un 55% de participación.

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