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Santiago Abascal

¿Kosovo o Escocia?

Ante la impotencia social, electoral y política del PP 'pop' y del PSE, sólo queda dilucidar cuál de las opciones separatistas resultará victoriosa y alcanzará el liderazgo nacionalista en el País Vasco.

El adelanto electoral anunciado por Patxi López después de una frustrante alternancia en el poder en la Comunidad Autónoma Vasca significa también un adelanto del desafío a España. Una vez derribada la Ley de Partidos, que expulsó al separatismo terrorista de las instituciones, y que permitió al PSE y al PP alcanzar una mayoría absoluta española en el País Vasco, las opciones nacionales no tienen nada que hacer frente a la potencia electoral de las marcas nacionalistas, potenciadas y propagadas por quienes torpemente han lavado la imagen de la ETA política en un contexto en el que estratégicamente la banda no comete atentados terroristas.

Ante la impotencia social, electoral y política del PP pop y del PSE, sólo queda dilucidar cuál de las opciones separatistas resultará victoriosa y alcanzará el liderazgo nacionalista en el País Vasco. La contienda será muy disputada. Si el PNV es la primera fuerza, el desafío secesionista contra España vendrá a través del modelo escocés, con el intento de propiciar un referéndum o una consulta sobre la separación del País Vasco del resto de España. Si la ETA política que representa Bildu sale victoriosa de dichas elecciones, que son ante todo unas primarias nacionalistas, entonces el modelo será Kosovo, y la ETA pretenderá hacer una declaración de independencia desde la fortaleza de la mayoría absoluta nacionalista en el Parlamento vasco.

Más allá de cuál sea la respuesta que el Estado haya de dar en ambos escenarios, hemos de ser conscientes de la encrucijada histórica que afrontamos los españoles. 1898 y la pérdida de los últimos territorios de ultramar han de ser nuestra referencia, porque nos enfrentamos a la posibilidad cierta de perder partes del territorio español a manos del secesionismo traidor. Hasta que ese órdago separatista se produzca, la responsabilidad de las instituciones nacionales, bien sean públicas bien sean privadas, será la de alertar a los ciudadanos españoles de la gravedad del momento histórico presente.

En este contexto, una vez que los poderes públicos han negociado con la ETA, posibilitando su vuelta a las instituciones, y desconcertado e irritado a su propio electorado con la excarcelación de uno de los más despiadados torturadores y asesinos etarras, hemos de depositar toda nuestra esperanza y nuestro esfuerzo en la fortaleza y en la dignidad de la nación española, que no se resignará a perecer y a ver destruida su unidad a manos de un secesionismo cobarde y asesino.

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