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EDITORIAL

La sucesión de Basagoiti a espaldas de los militantes

La manera en que Basagoiti ha planteado su sucesión demuestra la escasa confianza de la dirección del PP vasco en el criterio de sus militantes.

El anuncio de la retirada de la política de Antonio Basagoiti ha puesto en marcha un procedimiento destinado a cubrir su vacante que habla bien a las claras de la escasa confianza que la actual dirección del PP vasco tiene en el criterio de sus afiliados. La designación de Arantza Quiroga, antes incluso de que se consume la renuncia del actual presidente, es algo que forzosamente ha de sonrojar a los defensores de la democracia interna en el Partido Popular, por más que sus estatutos del permitan zanjar así esta y otras cuestiones parecidas de orden interno. Y es que a nadie se le escapa que un cambio en la cúpula del PP vasco trasciende necesariamente la mera sustitución de unos nombres por otros para convertirse en un acto de gran calado político, como lo demuestra el cambio radical en la línea política de los populares vascos desde la marcha forzada de María San Gil y la llegada del actual equipo directivo encabezado por el hoy cesante Basagoiti.

Arantza Quiroga parece ser la candidata de consenso de las tres cúpulas provinciales y cuenta también con las bendiciones del aparato nacional. Sin embargo se trata de acuerdos de despacho tomados por las estructuras de mando del partido sin contar con la voz de los afiliados, algo que resulta muy necesario en todo momento y lugar pero especialmente en el PP vasco, objeto de una mutación política de hondo calado que lo ha convertido en una formación irreconocible para cualquiera que recuerde su trayectoria hasta la marcha de María San Gil, con los penosos resultados electorales obtenidos desde entonces.

Precisamente por eso el político vasco Santiago Abascal ha pedido públicamente la celebración de un congreso abierto, en el que la militancia pueda opinar y elegir libremente al máximo dirigente del partido en la comunidad autónoma vasca. Nada ha de temer la dirigencia popular si, como afirman sus voces más representativas, la elección de Quiroga para dirigir al partido concita el apoyo mayoritario de sus bases. Muy al contrario, éste debería ser un motivo añadido para permitir a la flamante candidata validar su elección a través de un congreso extraordinario, única manera de llegar a la dirección de una formación política con la legitimidad de origen que exige un cargo de tal responsabilidad.

Basagoiti, todavía presidente en ejercicio del Partido Popular vasco, está aún a tiempo de elegir entre aplicar la letra pequeña de las recomendaciones estatutarias del partido y recurrir a los procedimientos democráticos para llevar a cabo una modélica transición. Acorde con una trayectoria política de tan cortos vuelos, todo parece indicar que se decantará por lo primero. Mal para Arantza Quiroga. Peor para su partido.

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