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Cristina Losada

Ninguna boda y un funeral

No hubo boda en La Moncloa, pero se mantuvo allí, seguramente, silencio sobre el funeral.

No hubo boda en La Moncloa, pero se mantuvo allí, seguramente, silencio sobre el funeral.

Arturo, el vecino del quinto, un pisazo muy chulo con balcones a la calle, se ha plantado contra la comunidad, quiere dejar de pagar la cuota y hacerse una república independiente de Ikea, pero el otro día, o sea, ahora mismo, se reunió con el presidente para pedirle que entre tanto se le arreglen el tejado y la terraza porque tiene goteras. Esta sería, muy aproximadamente, la versión en tira cómica de la actitud de Artur Mas en la entrevista que mantuvo con el presidente del Gobierno.

Porque el titular de la Generalidad, cuyo monotema es celebrar un referéndum de autodeterminación en Cataluña, apareció en La Moncloa con un documento de 23 páginas en el que se reclaman actuaciones del Estado en infraestructuras, financiación y servicios públicos, tal y como si de pronto hubiera recordado que es presidente de una comunidad autónoma. Y yo no dudo de que Mas dispone de muchos trajes, pero a mí se me hace difícil compaginar el traje de un presidente autonómico interesado en mejorar las autovías con el traje de caudillo de una nación oprimida a la que considera soberana para vulnerar la ley.

Ese documento que le ha llevado Mas a Rajoy es raquítico cuando se compara con los tochos que le escriben los asesores que preparan el viaje a la independencia, pero sólo servía para que el presidente catalán pudiera decir al final que hay un "diálogo abierto". Así, todos los que andan a la busca de terceras vías pueden irse de vacaciones en la tranquilidad de que hablando se entiende la gente. En cualquier caso, Mas se irá a veranear con la certeza de que el Gobierno no va a cambiar de posición sobre la consulta que él se ha comprometido a celebrar, o por lo menos a convocar, distinción ésta que tiene su importancia: no en vano declaraba Mas: "Si nos obstaculizan la consulta, entraremos en otra fase que ahora no voy a comentar". Tercera vía y tercera fase.

No hubo boda en La Moncloa, pero se mantuvo allí, seguramente, silencio sobre el funeral. El funeral político de Jordi Pujol, me refiero, que había oficiado un día antes Artur Mas con enorme dolor y tristeza. O eso dijo. Y hasta puede que fuera sincero, caso de que estuviera sopesando las consecuencias que tendrá para su partido el descubrimiento de que el ex molt honorable engañó al fisco y a los ciudadanos durante más de tres décadas. No vaya a ser que el entierro del mito Pujol se transforme en el entierro de Mas y de Convergència en esa tercera fase, en la que el movimiento secesionista que ha alimentado, y del que se puso al frente con el aval de Pujol, los acaba arrollando.

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