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Miguel del Pino

¿Dónde se esconde el reservorio del virus?

Desde la especie reservorio el microorganismo infeccioso, virus en el caso del ébola, salta a otras cuando se dan las circunstancias apropiadas.

Encontrar el reservorio de una enfermedad epidémica es fundamental para poder erradicarla. En epidemiología se llama reservorio a una o varias especies animales que viven en la naturaleza y que portan al agente patógeno sin que éste les cause daño aparente.

Desde la especie reservorio el microorganismo infeccioso, virus en el caso del ébola, salta a otras cuando se dan las circunstancias apropiadas.

La peste medieval y los roedores

La peste medieval no estaba producida por un virus, sino por unas bacterias del género Pasteurella. La forma en que se producían las terribles epidemias que asolaban Europa nos ilustra perfectamente sobre el concepto de reservorio y sobre la importancia de descubrirlo.

La aparición de ratas muertas y de pulgas en una ciudad medieval era suficiente para que sus habitantes huyeran aterrorizados incluso antes de que tuvieran lugar las primeras muertes. Se sabía que las ratas traían la peste pero no el mecanismo completo, que es tan sencillo como demoledor. La rata es el transmisor, el reservorio un roedor del Afganistán llamado merión, y el agente intermedio o vector es la pulga, pero no la pulga común, sino una especie afín llamada Xenopsilla chaeopus. Estos son los ingredientes para fabricar una bomba mortal capaz de eliminar varios millones de seres humanos.

Por increíble que pueda hoy parecer una epidemia de peste se iniciaba cuando se producía en la naturaleza un encuentro entre merión y rata. Si había lucha y el primero inoculaba las Pasteurellas a la segunda, la cadena mortal estaba a punto de iniciarse.

El ébola y el misterio de sus fuentes de origen

En el caso del ébola parece que no hay un equivalente a la pulga, es decir, no se han encontrado agentes intermediarios en el contagio entre los insectos y otros animales que conviven con los humanos en el mundo tropical africano. El contagio es directo, a partir de fluídos corporales, pero no por ello las epidemias dejan de extenderse con rapidez.

El misterio principal sigue siendo saber como se inicia una epidemia. El virus del Ébola se ha encontrado en varias especies de monos y en varias ocasiones se ha presentado como epidemia entre los gorilas de montaña, pero no parecen ser los primates el reservorio de este virus letal, sino ciertos murciélagos de alimentación frugívora que viven en cuevas situadas en lo más profundo de la selva.

Estamos superando el guión de una buena película de terror. Parece que tenemos que buscar el reservorio de este virus explorando en zonas remotas, de difícil acceso, y plagadas de grandes murciélagos. Por otra parte, si encontramos la especie o especies portadoras que sirven como fuente a la iniciación de las epidemias, el reto será cómo gestionar dichas poblaciones, que por su resistencia natural al virus podrían encerrar secretos sobre la forma de combatirlo.

La mayor parte de los grandes murciélagos frugívoros viven en Amazonia, pero África tropical y Madagascar se reservan algunos grupos de especies. La investigación de la ecología de las mismas debe ser hoy tarea prioritaria, aunque es de resaltar su extrema dificultad.

A los científicos les costó trabajo clasificar e incluso entender la naturaleza de los virus. Realmente no se trata de seres vivos, al menos como hoy día entendemos la vida. Sólo pueden reproducirse en el interior de una célula superior, de manera que deben penetrar en ella y "piratear" su ADN para poner todos los equipos celulares a disposición del núcleo viral. Un virus no es más que un ácido nucleico envuelto por una cobertura proteínica más o menos complicada.

Para los parásitos, como los virus, la muerte del organismo al que parasitan supone una victoria pírrica, ya que el agresor sólo podrá sobrevivir si encuentra otro organismo al que colonizar. Fuera del ser superior un virus no es más que una simple partícula infecciosa, aunque pueda sobrevivir incluso años como simple molécula con capacidad invasora a la que en esta fase se denomina virión.

La aparición de un brote epidémico importante, como el que ahora padecen Liberia, Guinea y Sierra Leona no sólo moviliza a los medios de comunicación y a la opinión pública, sino también a los mecanismos de investigación, especialmente en lo que se refiere a la producción de vacunas. Todo ello es muy importante, pero no hay que olvidar el componente ecológico, es decir, el estudio en la naturaleza de los factores que han determinado el comienzo del proceso, y muy especialmente hay que esmerarse en la búsqueda del reservorio del virus. En este caso sabemos que el principal sospechoso, el homólogo del merión afgano en el caso de la peste, es un murciélago frugívoro cuya carne seguramente consumen con avidez los indígenas.

En África viven numerosas especies de grandes murciélagos frugívoros, la mayor parte de ellos pertenecientes a la familia Pteropodidos, sus caras de "tipo perro" y sus grandes orejas les dan un aspecto poco tranquilizador, pero lo más impresionante es verlos salir de sus cuevas para volar en busca de comida. Cuando nublan el horizonte se puede comprobar el extraordinario número de individuos que forman sus colonias.

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