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Raúl Vilas

El Papa Pazos

Era inconcebible que un papa estuviera aportando justificaciones a una matanza terrorista. Ahora ya no.

Era inconcebible que un papa estuviera aportando justificaciones a una matanza terrorista. Ahora ya no.

Se han hecho muchas parodias de este papa, y de todos los papas. Gracias a Dios, a pesar de lo que pretenden algunos, todavía está permitido. Las hay divertidas, otras son zafias, muchas demuestran un anticatolicismo recalcitrante, pero no recuerdo ninguna que pusiera en boca del Santo Padre una barbaridad comparable a lo dicho por el jesuita argentino este jueves. No tanto por la frase en sí, sorprendente en un papa, de quien se espera que ponga la otra mejilla, como por el contexto y la intención de sus palabras. Reconozco que cuando a última hora la leí en una portada no le di mayor importancia porque, en un derroche de candidez que siempre rejuvenece, ni me planteé que se refiriese a la matanza de París. Era inconcebible que un papa estuviera aportando justificaciones a una matanza terrorista. Ahora ya no.

En estos días asisto atónito a una ola liberticida que, en la línea del inefable papa, pretende utilizar la matanza de París para cercenar nuestras libertades. Tan sólo el hecho de que se promueva este debate es un triunfo de los islamistas. ¿Qué creen que pretendían, si no, con el atentado? No voy a entrar a discutir lo indiscutible. Me niego. Aun con la perplejidad que me provoca leer en un mismo texto que Charlie Hebdo "incita al odio" y que el Corán es un texto respetable. Cosas veredes.

Pero, como decía, prefiero no entrar en ese debate. La libertad no se negocia, ni con terroristas ni con meapilas, sean del credo que sean. Creo que, dado el nivel que demuestra Bergoglio, es mejor situar el análisis en el terreno intelectual que le corresponde. No citaré a Aristóteles, Santo Tomás o Ratzinger, no. Fue el entrañable Pazos, ese gangstercillo gallego interpretado por Manuel Manquiña en Airbag, disparatada y divertídísma comedia de Juanma Bajo Ulloa, el que dijo aquello de "bueno, vamos a llevarnos bien, porque si no van (sic) a haber hondonadas (sic) de hostias aquí, eh". Quién le diría al bueno de Pazos que su peculiar filosofía sería asumida años después por todo un papa de Roma.

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