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Pablo Planas

Derrapando con Pujol Júnior

Pujol Júnior ha salido malote y tiburón, que es lo que se lleva ahora, incluso ha puesto en duda el liderazgo separatista.

Pujol Júnior ha salido malote y tiburón, que es lo que se lleva ahora, incluso ha puesto en duda el liderazgo separatista.

En todas partes siempre hay alguien que se cree más listo que nadie, el típico enterao. A este individuo no sólo se le reconoce por las muestras de ostentación, coche, peluco y bronceado, también por lo bocazas, chulángano y cargante que resulta incluso antes de la primera copa. A veces es inofensivo y a veces tiene más peligro que una piraña en una piragua. Algunos suplen sus carencias con una insólita propensión a aprovecharse de la desgracia ajena y reírse de los demás, sobre todo si vienen mal dadas. En las crisis florece mucho este tipo de capullo.

Pasaba el otro día por el Parlamento catalán Jordi Pujol Ferrusola, alias Pujol Júnior, para echar la tarde a costa de unos benditos, y se le fue tanto la mano de dar leches que ha causado un entusiasmo absoluto en los más cerriles ambientes nacionalistas. Pujol Júnior ha salido malote y tiburón, que es lo que se lleva ahora, incluso ha puesto en duda el liderazgo separatista. "Debería ser el próximo president; este sí es un Pujol de arriba abajo, casi mejor que el original", se comenta con indisimulada admiración en los cenáculos convergentes, que advierten en el hijo mayor de Jordi Pujol y Marta Ferrusola el carisma y el desparpajo que le faltan a Mas.

Pudiera ser. Cualquier cosa es posible en Cataluña, hasta que los Pujol acaben por ser reconocidos como unos probos contribuyentes. Así se proclama al menos Pujol Júnior, quien, por cierto, relató una divertida anécdota sobre su colección de trece oches deportivos y la crisis. La historia es digna de Hacienda, de juzgado de guardia y de los Corleone. Son sus propias palabras en la comisión parlamentaria donde se presentó al gran público:

Y después, ya dentro de la tempestad en la que estoy metido y porque la vida sigue, me he comprado un Mercedes Benz, el McLaren del que todo el mundo habla y que es un coche que, evidentemente, de primera mano vale seiscientos mil euros, pero yo lo compré muy, muy, muy, muy barato porque la persona (el anterior propietario) estaba derrapando. Lo compré en 2012 y en 2012 derrapaba muchísima gente.

Ahí está, el listo, el conseguidor de gangas de Palamós, el que surfea la ola de la crisis mientras los demás "derrapan", el que es capaz de vender que un coche de seiscientos mil euros le ha costado seis mil, que el notas que lo tenía antes necesitaba ya, ya, ya, ya la pasta, que el que no es rico como él es porque es tonto, aunque no se apellide Pujol Ferrusola. Que la vida sigue... Y que Mas es un amigo.

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