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José María Marco

Quince años de libertad

Libertad Digital y La Ilustración Liberal acabaron con la aplastante presencia del discurso socialista. No fueron las únicas, pero fueron pioneras.

A finales de los años noventa, cuando empezó a surgir la idea de crear Libertad Digital, la hegemonía política socialista, tan aplastante en los ochenta, se estaba disolviendo. La causa era la consolidación de un partido de centro derecha moderado, capaz de construir una coalición social mayoritaria, y que había empezado a alcanzar su madurez al tiempo del derribo del Muro de Berlín. Aquel cambio político no podía dejar de tener efectos en la cultura, aunque en este campo la solidez de las posiciones y del discurso, elaborados desde hacía más de treinta años, no permitía vislumbrar grandes cambios.

El caso es que los hubo, y en el periodismo, los estudios académicos, la literatura y el arte se pusieron en marcha ideas y formas de expresión que, si bien tendían a estar politizadas, tras la experiencia del socialismo hegemónico y el redescubrimiento de las propuestas liberales desde 1989, tampoco tenían a la política como único eje. Había en el fondo del asunto un gusto por la libertad que recordaba un poco al de finales de los setenta, cuando, de pronto, pareció que quedaban atrás la hiperpolitización, el hipismo y la pulsión autodestructiva de años anteriores. Ahora, a finales de los noventa, la rebeldía propia de aquellos años, irónica y popular al mismo tiempo, se renovaba en una ruptura de significado parecido. En general, el grupo que se había venido reuniendo año tras año en Benidorm y luego en Albarracín, para debatir asuntos de interés general desde una perspectiva liberal, se inclinaba hacia esa forma de ver la vida. Desde entonces, hay quien se ha hecho más conservador, pero nunca lo ha logrado del todo.

Aquella combinación encontraba además una fórmula de expresión perfecta con internet, que irrumpió para cambiar de arriba abajo la sociedad entera. Como los costes no eran excesivos y por entonces casi todo el mundo se figuraba que internet abría oportunidades de vértigo, el grupo cuajó en una empresa periodística nueva, que de inmediato supo atraer a gente más joven, la misma que compuso la redacción del nuevo periódico. En el núcleo mismo del proyecto estaba La Ilustración Liberal, una revista clásica, de tono a veces combativo pero que se esforzó, y se ha esforzado siempre, por suministrar material de reflexión.

Libertad Digital y La Ilustración Liberal acabaron con la aplastante presencia del discurso socialista. No fueron las únicas, claro está, pero fueron pioneras en esto, como en otras cosas. En los años más insufribles del sectarismo zapateril, cuando parecía que volvían a triunfar los dogmas y la intransigencia, resultaron estratégicas para asegurar nuevos espacios de libertad donde personas y grupos de muy diversas procedencias e ideologías pudieron encontrarse. En la nueva situación que ahora parece que va a abrirse, Libertad Digital deberá ser capaz de seguir siendo una referencia para quien guste de la libertad. ¡Enhorabuena!

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