Un grupo de individuos recordó anoche a Albert Boadella y Dolors Caminal que en Jafre, Gerona, el pueblo donde ambos están empadronados, es hostil a quienes, como ellos, se han significado contra el nacionalismo. Un grupo, sí: hacía falta al menos dos personas para talar los tres cipreses que Boadella había plantado en el exterior de la casa, junto al muro que rodea la propiedad, y lanzarlos por encima del muro, como devolviéndolos a su propietario.
El mensaje, en efecto, no se presta a equívoco, pues uno de los rasgos de los bravucones es la ausencia de toda sutileza: 'No podemos impedir que vivas aquí, pero el espacio público es nuestro. Ahí van tus arboles'. Técnicamente, es cierto, no es un asalto. Pero sólo técnicamente. Se trata de la cuarta vez que los Boadella Caminal sufren el vandalismo de los lugareños. Como si asolar de vez en cuando su vivienda fuera otro elemento del acervo folklórico local, junto a la sardana, la estelada y las butifarras.
Boadella nunca ha denunciado los hechos, lo que probablemente defraude a quienes le acusan de explotar con fines promocionales su pleito con Cataluña y los catalanes. Tras el tercer episodio, eso sí, fue a hablar con el alcalde del villorrio y le rogó que pusiera coto a las salvajadas o, de lo contrario, daría parte a la policía. En Jafre hay 387 habitantes, de los que en las elecciones autonómicas de 2015 votaron 260, el 71% del censo. De éstos, 185 votaron por Junts pel Sí y 36 a la CUP. Boadella, en fin, le rogó al alcalde que pusiera algo de orden entre quienes, obviamente, no podían ser sino los suyos. A todo esto, Boadella y Dolors estaban en Madrid, donde suelen. El dramaturgo prepara el estreno de la versión española de Don Carlo, de Giuseppe Verdi. La obra se representará los días 28 de febrero y 2 y 5 de mazo. Las localidades están agotadas. The light’s winning.