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Zoé Valdés

Todo por Francia

En esta carrera desbocada hacia el poder, se tiene la impresión de que lo que importa es apoderarse del país y no de mejorarlo.

He perdido la cuenta, pero ya son una barbaridad los candidatos a la presidencia de la república por el partido de la derecha moderada en Francia. El último –por ahora–, en presentar su candidatura, mediante libro publicado, es Nicolas Sarkozy, que sigue siendo el presidente del partido de Los Republicanos. Su libro se titula Tout pour la France y, por las entrevistas que ha ido dando, sus páginas arden de patriotismo y fidelidad a los valores de su país.

¿Todo por Francia? ¿O todos a por Francia? En esta carrera desbocada hacia el poder, se tiene la impresión de que lo que importa es apoderarse del país y no de mejorarlo. Ansían adueñarse de nosotros, de nuestro dinero, sin importarles en lo más mínimo nuestras vidas.

Nicolas Sarkozy lleva además consigo la pena entrañable, la huella psicológica, de no haber sido reelegido tras los cinco años en los que presidió el país. Lo que lo mueve, por encima de todo, a presentarse de nuevo es la demostración infantil de que él sí puede. Él, solo él. Los demás en comparsa, pero detrás.

Recién presentó a quien debiera ser su primer ministro en caso de que ganase las elecciones, se trata de un joven François Baroin, que ocupó el cargo de ministro de Finanzas durante un año de su mandato. Sí, Sarkozy quiere hacernos entender que se batirá por lo principal, la economía y el desempleo, los puntos más que frágiles de François Hollande. Que también, no olvidarlo, fueron zonas débiles durante su estancia en el Elysée, aunque en menor grado, comparado con el monumental desastre de Hollande. Es que a donde llegó Hollande no había llegado nadie.

El expresidente, y quién sabe si futuro presidente de nuevo, manifestó que defenderá con las uñas la laicidad, denunció con firmeza el uso de los símbolos religiosos y predijo que los combatirá allí donde sea necesario, en las escuelas, en las universidades, en la Administración y en las empresas. Añadió que llevar velo y burquini en las playas "es un acto político, militante, una provocación", que las mujeres que visten esas prendas están tentando y testando la resistencia de la República. Esto ha declarado al Figaro Magazine.

Una ley, añade que necesitamos una ley que ampare la defensa absoluta de esa laicidad, una ley que prohíba la ostentación de símbolos religiosos, y advirtió de que si el Consejo Constitucional se opusiera a esa ley propondría entonces reformar la Constitución y consultar con los franceses mediante el voto.

Las exigencias, durante su posible futuro mandato, llegarían a crear una nueva política en relación a la adquisición de la nacionalidad, "más exigente, fundada sobre la asimilación". Propuso además suspender el reagrupamiento familiar en Francia hasta que no exista en Europa "una auténtica y real política migratoria común y con fronteras protegidas".

Por otra parte, agregó que se ocupará de revisar los casos legales de delincuencia y violencia, las condenas y las penas probablemente sean aumentadas en caso de reincidencia.

Por último, el candidato expresó una vez más su esperanza de aumentar la economía, como había empezado a hacerlo cuando dejó de ser presidente, rebajará los impuestos y las cargas sobre el trabajo. En fin, promete lo que todos prometen y luego no cumplen. Según él, con anterioridad no pudo cumplirlo porque no tuvo suficiente tiempo.

Nicolas Sarkozy regresa con una admirable fuerza personal, sus seguidores han dicho presente para asegurar ese élan vital. ¿Seducirá masivamente a los electores como antes? Según las encuestas, este Sarkozy redivivo dista mucho del primero, parece más sereno y reflexivo. Aunque en lo esencial no, él no ha cambiado demasiado, pero sí los franceses.

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