No es de extrañar que la decisión de Meritxell Batet y Sofía Hernanz de romper la disciplina de voto del PSOE durante la sesión de investidura de Mariano Rajoy esté siendo criticada por numerosos dirigentes socialistas. A diferencia de los otros trece diputados que también se negaron a cumplir la directriz a favor de la abstención, Batet y Hernanz son secretarias generales adjuntas de la dirección del Grupo Socialista en el Congreso, por lo que su falta de respeto a lo acordado no se debería saldar únicamente con una multa y la apertura de un expediente, sino con su expulsión de la referida dirección.
Si el grupo parlamentario socialista no quiere convertirse en un caos y en un guirigay hasta la celebración del congreso federal que habrá de elegir la nueva dirección del partido, será imprescindible que todos los integrantes de la dirección del grupo parlamentario tengan una posición común. ¿Y qué sentido tiene que forme parte de ella alguien que no esté dispuesto a acatar sus decisiones?
Por otro lado, y habida cuenta de que no sólo Meritxell Batet sino todos los representantes del PSC han roto la disciplina de voto, sería el momento de que el principal partido de la oposición se planteara, de cara a la celebración de ese nuevo congreso, la ruptura con esa formación y recuperar su federación catalana, con vistas a volver a ser una alternativa nacional de Gobierno.
Desde el congreso fundacional de 1978, en el que se unieron tres familias distintas (PSC-Reagrupament, PSC-Congrés y la Federación Catalana del PSOE), el PSC se ha estado valiendo de las centenarias siglas del PSOE para tener una personalidad jurídica propia y actuar por libre en Cataluña compitiendo en nacionalismo con formaciones que sólo buscan la ruptura con el resto de España. Si ya desde hace años el PSOE ha dejado de tener una única voz en toda España es, en buena medida, por culpa de ese partido nacionalista, al que ha dejado que ocupe su lugar en el Principado.
La crisis en que está sumido el PSOE debe servirle de catarsis para romper con estos nocivos compañeros de viaje, que no hacen más que imposibilitarle tener un proyecto común para toda España. Por muchos rufianes nacionalistas o de extrema izquierda que haya llamando "traidor" al PSOE por su abstención en la investidura de Rajoy, lo que resulta completamente atípico del socialismo español en comparación con lo que sucede en el resto de Europa no es que el PSOE llegue acuerdos con el centroderecha, sino que pacte con formaciones populistas de extrema izquierda o abiertamente separatistas.
En Europa abundan las organizaciones socialdemócratas que han llegado a acuerdos o incluso han conformado Gobiernos con partidos conservadores o democristianos. Lo que escasea son dirigentes socialdemócratas que cuestionen la propia existencia de su nación con tal de llegar a acuerdos con formaciones separatistas o con nostálgicos del comunismo.
La gran amenaza para el PSOE está en la extrema izquierda y los nacionalismos, por eso debe cortar de raíz con ese foco tóxico que es el PSC.

