![La fauna en el Parlamento - Miguel del Pino Lo más correcto es afirmar que los animales no adquieren nuevos derechos, sino que sus propietarios aumentan sus obligaciones.](https://s.libertaddigital.com/images/trans.png)
Que nadie se asuste, porque no estamos bromeando ni tratamos de privar a Sus Señorías de la racionalidad. La Fauna ha estado recientemente en el Congreso no en presencia real, sino formado parte de Orden del Día y en consecuencia siendo objeto de la atención de los Diputados.
El tema objeto de tratamiento era la consideración de los animales domésticos como algo más que simples "cosas". Sus señorías llegaron por unanimidad a la conclusión de que los animales no son cosas. Así de sencillo.
Cabría pensar que tales consideraciones sólo fueron una pérdida de tiempo que distrajo a los diputados de sus tareas más habituales. Sin embargo merece la pena reflexionar sobre este asunto aparentemente trivial.
Resaltemos que los animales fueron capaces de, por una vez, poner de acuerdo a Sus Señorías. En los tiempos que corren no resulta sencillo que un tema no despierte discrepancias, por lo que no es extraño que estas conclusiones hayan saltado con profusión a la Prensa.
Del acuerdo derivarán algunas conclusiones como las siguientes: si un animal doméstico no puede ser considerado "cosa", no podrá ser objeto de embargo ni se podrá repartir como sujeto inmaterial cuando se producen separaciones matrimoniales, especialmente cuando están en juego importantes relaciones afectivas, en ocasiones con niños.
En cambio, nos acercamos, muchos dirán que peligrosamente, al hecho de que un animal doméstico que ha sido muy querido por un amo acaudalado le nombre heredero de sus bienes y rentas. Es una noticia frecuente en otros países que hasta el momento no ha sido posible en España.
Llegar a un término medio es cuestión, más que de legislación, de elemental sentido común: por supuesto ya sabíamos que los animales son seres sensibles, a su modo inteligentes, y que suponen para muchas personas la única fuente de afecto del entorno que les rodea. Nunca pueden ser "cosas" en un país civilizado.
Si nos desplazamos hacia el terreno de los llamados "derechos de los animales", inmediatamente nos veremos envueltos en la polémica; desde el punto de vista estrictamente jurídico, sólo puede tener derechos quien está a su vez obligado por deberes. En teoría, lo anterior es correcto, pero no está de más extremar la sensibilidad al tratarlo.
En cuanto a la reciente noticia que comentamos referente a la presencia virtual de los animales en el Congreso, pensamos que lo más correcto es afirmar que los animales no adquieren nuevos derechos, sino que sus propietarios aumentan sus obligaciones.
Dichas obligaciones van mucho más allá de dar a la fauna familiar correcta alimentación, cobijo y cuidados veterinarios. Muchas especies domésticas necesitan también atenciones afectivas, y no sólo los perros y los gatos, si no igualmente las aves, como los loros y sus familiares (agapornis, periquitos, cotorras, ninfas, etc), que no gozan de completo bienestar si no tienen ocasión de interactuar con sus dueños, o más sencillo aún, de jugar, como criaturas inteligentes que son.
También las autoridades ven subir el listón de su requerimiento de tacto y sensibilidad al tratar de la tenencia o de las infracciones que puedan cometer los propietarios de animales.
Un ejemplo especialmente triste es el que tuve que enfrentarme en mi condición de comentarista radiofónico; fue el caso de un perro cuyo dueño había dejado en su vehículo, al parecer mal aparcado. Dicho vehículo con el perro en su interior fue retirado por la autoridad municipal, y cuando el propietario llegó a recogerlo, se encontró con la triste noticia de que el animal había fallecido por haber sido expuesto a la insolación durante su retiro.
Para colmo de desgracias, el abatido propietario del perro tuvo que enfrentarse a una importante sanción pecuniaria ¡no sólo por mal aparcamiento, sino por el abandono del animal! Así de asombroso.
Recuerdo perfectamente al perro, un mestizo de Collie que había sido recogido de un refugio y cuya compañía resultaba muy importante para el entorno familiar en el que felizmente vivía, se llamaba "Clint", por ser su abatido dueño ferviente admirador de este "duro" de película.
El hecho de que por parte de la Autoridad se cometiera tal desidia en el tratamiento del animal requisado pone a las claras que durante décadas ha faltado sensibilidad en el trato con la fauna doméstica y que su "cosificación" venía siendo un hecho tan real como frecuente. Felicitaciones a Sus Señorías por dedicar un poco de su tiempo a los animales y que siga este buen ejemplo.
Han pasado años desde el lamentable final de "Clint" y no he pretendido ensañarme en la herida citando localidad y personas implicadas. Testigos hay "que si fueran requeridos os lo testificarán".