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Pablo Molina

Una roja en el Vaticano

La degradación del socialismo es total.

La degradación del socialismo es total.
Carmen Calvo y Pietro Parolin, en el Vaticano. | EFE

La visita de Carmen Calvo al Vaticano ha sido uno de esos momentos surrealistas que solo ocurren en España cuando los sociatas están en el poder. El motivo del viaje no podía ser más rocambolesco: chantajear a los curas para que prohíban a una familia católica enterrar a sus deudos en suelo sagrado. Porque, al margen de la épica chabacana difundida para contentar a la chusma, integrada fundamentalmente por niños de familias bien que con Franco vivieron de cojones, a efectos de la ley canónica de la Iglesia Católica el asunto se reduce exactamente a eso, al derecho de los muertos a descansar en el camposanto elegido por sus deudos. Punto y final.

Pero la compañera Calvo es muy voluntariosa y allá que se ha marchado a Roma, a explicar con su jerga progresista a los monseñores que el problema de los restos de Franco no es de los que quieren profanarlos, sino de la Iglesia Católica. Las carcajadas tras su marcha deben de haber sido peligrosas, dada la edad media del clero romano, pero es que no todos los días se celebran por allí reuniones tan grotescas como esta con la enviada del doctorcito.

La vicepresidenta se ha entrevistado con el secretario de Estado de Bergoglio vestida de negro, como manda el protocolo. Debería haberse presentado con peineta y mantilla negra, privilegio que el Vaticano concede a las españolas en sus visitas a la Santa Sede. Además de haber ofrecido una imagen todavía más piadosa para ablandar a la curia, esa foto con el cardenal Parolin habría sido sensacional.

Pero el fondo del asunto sigue siendo que Franco está enterrado en Cuelgamuros no porque lo exigiera él, sino porque su sucesor a título de rey consideró que ese era el lugar más apropiado para que descansaran sus restos. Y allí deberían seguir para siempre si el PSOE no se hubiera rebajado (o elevado, según se mire) hasta el nivel de los profanadores de tumbas. Hace 43 años ofrecieron a Felipe González una copa de champán para celebrar la desaparición de Franco, que rechazó diciendo que él no brindaba por la muerte de ningún español. Ahora, Sánchez envía a su vicepresidenta a amenazar a los curas para que le solucionen el embrollo monumental en que se ha metido. La degradación del socialismo, en efecto, es total.

Pero a pesar de que en la sede de Pedro se sienta un personaje como Bergoglio, todo parece indicar que la alternativa a Cuelgamuros será finalmente, tal y como estaba previsto, la catedral de Madrid. El éxito de la embajada de Carmen Calvo ha sido por tanto perfectamente descriptible, pero lo peor es que Rita Maestre ya va teniendo una edad y una condición impropias para presentarse los domingos en sostén a amenazar a los feligreses con quemarlos como en el 36.

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