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Pablo Planas

El templo del esputo

Palabra contra saliva, Sánchez prefiere creer a la manada republicana que a su propio ministro.

Palabra contra saliva, Sánchez prefiere creer a la manada republicana que a su propio ministro.
EFE

Con tal de mantenerse unas semanas más en el poder, o unas horas, Sánchez no tiene inconveniente en que sus socios de ERC insulten a casi todo el mundo, mientan como bellacos y hasta escupan al ministro de Exteriores, Josep Borrell, quien, por su parte, también parece dispuesto a quedar como un mentiroso y pasar por alto las afrentas cotidianas de Joan Tardà, Gabriel Rufián y el resto de los diputados separatistas, aunque tengan forma de escupitajo. La culpa de todo, según han acordado los socialistas, es del PP, claro.

Resulta meridiano a partir de ahora que para ser ministro de Sánchez no sólo se requiere tener sociedades instrumentales para pagar menos impuestos, sino que hay estar dispuesto a echar tierra sobre las cerdadas de las que sean objeto por parte de los personajes que ERC ha enviado a Madrid para demostrar la nula consideración que le merece el Congreso de los Diputados.

Esa gente tiene barra libre para tildar de "fascista" a todo el mundo sin que conste en acta porque a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, no le da la gana que el Diario de Sesiones incluya los exabruptos de los golpistas por la trascendencia histórica que otorga a lo que ocurre en ese templo de la palabra convertido en basílica del esputo. Pues muy bien, adelante, haya paz con censura y sin dignidad mientras se pueda y que se corra un tupido velo sobre las amenazas, insultos y actitudes de la gentuza.

Palabra contra saliva, Sánchez prefiere creer a la manada republicana que a su propio ministro. En el pecado llevan ambos la penitencia, mientras el Congreso de los Diputados deviene una sucursal del Parlament con Rufián convertido en el puto amo del cotarro al tiempo que la presidenta de la Cámara se lamenta compungida de que la llaman "institutriz". Ojo, que encima dice que eso es un insulto machista, y a todo esto Tardà y Rufián señalando a Ciudadanos, al PP, a Borrell y a Sociedad Civil Catalana.

El presunto autor del supuesto salivazo, Jordi Salvador, niega la mayor y dice que sólo hizo "buf" al pasar al lado de Borrell. Pelillos a la mar, entonces. ¿Pero quién es el probo Jordi Salvador? Un exmaestro de la escola catalana que con ocasión de la pasada fiesta regional de los separatistas, el 11 de septiembre, marcaba a los policías nacionales alojados en un hotel de Salou y subía al Twitter un vídeo de las furgonetas policiales estacionadas con el siguiente comentario: "Ahora mismo hotel Belvedere de Salou los amigos piolines nos visitan por la diada. @sanchezcastejon los pueblos no se retienen a golpe de porra, recuerda: 'podréis vencer (y ya lo veremos), pero no convencer".

Para redondear la jornada, la ministra de Justicia ha destituido al abogado del Estado que pretendió en vano acusar de rebelión a los golpistas. Si los diputados de la cuerda de Rufián pillan el truco, más le vale al resto sentarse en el escaño con un chubasquero. Qué asco.

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