La vida lo que tiene es que se acaba.
Negarlo es disparate y desatino.
Y pretender luchar contra el destino
no alivia nuestras penas: las agrava.
Se ha muerto Alfredo Pérez Rubalcaba,
de modo prematuro y repentino.
Descanse en paz. Me callo lo que opino
en cuanto a su gestión cuando mandaba.
Mas, desde la política y la prensa,
un tratamiento ya se le dispensa
de ser de luz y santo socialista.
Y tal exaltación me condiciona:
¿acaso soy malísima persona
por no considerarlo un estadista?