La izquierda, por medio del dominio que tiene de los medios de comunicación, impone los temas a debatir. Y los escoge en función de que permitan descender de la categoría a la anécdota para así apartar las ideas y poder apelar a los sentimientos. De esta forma se ponen del lado bueno, acusan a los otros de estar en el lado malo y el debate siempre estará ganado. La reacción habitual de la derecha no es denunciar el maniqueísmo y centrar el debate en lo ideológico, sino solicitar humildemente que los buenos la acepten en su bando. Rajoy fue un titán de esta vil forma de sumisión.
Con Madrid Central, la prensa y organizaciones de izquierda están tratando de volver a hacerlo. Revertir Madrid Central, según ellos, constituye un atentado contra la salud de los madrileños. Todo se reduce a que Madrid Central es bueno. Y, por lo tanto, quitarlo es malo. El fondo del asunto tiene sin embargo poco que debatir. Si en Madrid hay excesiva contaminación, las responsables son las calefacciones, no los coches. Lo demuestra el que, cuando la calefacciones no funcionan, no hay alertas que exijan limitar el tráfico. Éstas se dan entre noviembre y abril. Sin embargo, esto no se puede decir porque, al precio que está la luz, no se puede obligar a la ciudadanía a prescindir de las sucísimas calderas. Encima, el elevado precio de la electricidad no es casual, es consecuencia de las renovables y del "¿Nucleares? No, gracias" de la izquierda. Por lo tanto, si la salud de los madrileños está en peligro, la culpa no es de los coches, es de la izquierda. ¿Cuesta tanto decirlo?
Sin embargo, más allá de la cuestión de fondo, y aun admitiendo pulpo como animal de compañía y Madrid Central como eficaz instrumento de control de la polución, la cuestión es que Martínez-Almeida prometió cargárselo. Es verdad que las promesas electorales están para no cumplirse, pero en esta ocasión es ineludible honrarlas. El PP ha perdido buena parte de su poder gracias al desencanto que en sus electores produjo la flagrante traición de Rajoy a su programa. Los esfuerzos de Casado por recuperar a los huidos con la promesa de retornar a las esencias ha fracasado en parte porque algunos votantes, escarmentados, no se han fiado de él. Ya no bastan las promesas, cien veces defraudadas. Hay que demostrar que se cumple lo que se promete. Obras son amores.
Ya estamos con que Madrid Central no se va a revertir, sino simplemente revisar. Si se está empleando revisar como eufemismo de revertir, no hay nada que objetar. Pero si lo que está pensando Almeida es que Madrid Central sobreviva de una u otra forma para ahorrarse los insultos y ataques de la izquierda, lo peor no será que le seguirán igualmente insultando, ni el ejercicio de gallardoneo. Lo peor será que transmitirá la idea de que el PP de Casado no es diferente del de Rajoy en lo que a traicionar programas se refiere.
Madrid Central es más importante de lo que parece.