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Zoé Valdés

Los ojos de Venezuela

¿Cuántos crímenes más tendrán que suceder para que el mundo comprenda?

¿Cuántos crímenes más tendrán que suceder para que el mundo comprenda?

Tanto dolor me da escribir de Venezuela como de Cuba. En más de una ocasión me he dicho: "Renuncio, no más. No puedo". Y sin embargo sigo. Sigo porque es un deber. Sigo sostenida por la ira.

Recién, la Policía venezolana –entrenada por la cubana– bajo el mando de Nicolás Maduro arrancó los ojos mediante disparos de perdigones a bocajarro al joven Rufo Antonio Chacón, de dieciséis años. Ocurrió mientras el muchacho protestaba junto a su madre por la falta de gas en su comunidad, en el municipio de Cárdenas, estado de Táchira.

La imagen del rostro ensangrentado de Rufo Antonio Chacón, hundido en un gesto de dolor, fue rápidamente reproducida en las redes sociales. Otra vida mutilada. Otro muerto en vida (el muchacho no cesa de confesarle a la madre que se quiere matar).

Otra víctima del socialismo del siglo XXI, que no es más que el castro-comunismo a la manera chavista.

¿Cuántos crímenes más tendrán que suceder para que el mundo comprenda? Pero, para ser realistas, ¿cuántos más horrores para que los socialistas opositores al régimen, con Juan Guaidó a la cabeza, entiendan que nada se solucionará a través de un diálogo entre ingenuos (para ser crédulos y confiados) y asesinos entrenados y manipulados desde La Habana?

No es difícil imaginar cómo se sentirá este joven, en medio de la desesperación en que él y su madre se encuentran. ¿Podrá imaginarlo Almudena Grandes, quien hace muy poco escribió que ella no tenía claro lo que ocurría en Venezuela pese a tantos estudiantes reprimidos y asesinados? La imagen se la he twitteado de inmediato. Como es natural, no obtuve respuesta. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Los ojos de Venezuela, todos los ojos de los ciudadanos que ansían la libertad para ese país, debieran ahora convertirse en los ojos de este aguerrido adolescente. Sí, que pueda ver –aunque sólo sea de manera metafórica– a partir de ahora, a través del agradecimiento y del amor que los venezolanos le profesen y le brinden el resto de su vida.

No existe nadie que vea mejor que el que ve desde su alma y su anhelo. No voy a intentar hacer poesía con esta desgracia innecesaria, impuesta por el castro-comunismo en ese otrora próspero país, pero como la mayoría de los cubanos conocí esa soledad tan espantosamente insoportable y dura que se instala para siempre cuando los otros no quieren ver. Y cuando además y para colmo el resto del mundo pretende acallar, silenciar a las víctimas, con sus ideologías insensibles y pacotilleras y sus confortables vidas ajenas al conflicto. Sé que entonces el que está atrapado en la trampa-tragedia empieza a mirarlo todo de una manera distinta. Como si observara desde las entrañas, desde las vísceras. Desde el agudo dolor.

Desafortunadamente lo que toca es alentar a este joven, acompañarlo a él y a su familia desde nuestras soledades y palabras de sostén.

Nada aliviará su dolor físico ni la pérdida de la visión. Sólo una cosa podrá consolarlo: la justicia. Que esa dictadura pague por lo que ha hecho, y que pague bien caro. Que pague la tiranía de mi país.

A estas alturas, el nombrado presidente Juan Guaidó por numerosas naciones del mundo debiera tener muy claro que el comunismo no se tumba con palabrerías, manifestaciones masivas pacíficas o diálogos de paz con quien mata y hiere. La prueba es Cuba. Sesenta años de baba pacífica y de mirar hacia otro lado.

No, no van bien, Guaidó. No, no tienen seis meses. Se acabó el tiempo. Cuanto más tiempo le den al dictador, más le servirá en su provecho y más muertes provocará.

¿Sabe cuál es el problema ahora? Que, siendo como es usted el presidente venezolano reconocido por la oposición y los demócratas del mundo, las muertes, estas mutilaciones, se producen también bajo su responsabilidad. No siga eludiéndola regalándole tiempo al enemigo mayor de Venezuela, que como ya sabemos son el castro-comunismo que lo originó y el chavismo socialista del siglo XXI que lo impuso y sembró en su país.

Que los ojos de Venezuela velen por Rufo Antonio Chacón. Que los ojos del mundo se abran por fin a la realidad de Cuba y Venezuela.

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