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EDITORIAL

Terrorismo en Cataluña: el huevo de la serpiente

Si acaba surgiendo una especie de ETA catalana, será una tragedia lamentablemente muy anunciada.

La Guardia Civil ha detenido este lunes a nueve miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR) en una operación antiterrorista ordenada por la Audiencia Nacional. Los arrestados estarían preparándose para cometer atentados con motivo del aniversario del referéndum insurreccional del 1-O y la sentencia del juicio contra los golpistas que ha tenido lugar en el Tribunal Supremo, y entre sus objetivos se contaría un cuartel del Instituto Armado en la provincia de Barcelona. Estos individuos tenían en su poder sustancias para la fabricación de explosivos que, de hecho, ya habían probado con éxito en una mina abandonada, lo que dio lugar a la intervención de la Benemérita.

Los CDR, fuerza de choque del separatismo que tomó el nombre de los siniestros CDR de la Cuba comunista, han contado siempre con el apoyo entusiasta del presidente de la Generalidad, el supremacista Quim Torra, que ha llegado a presumir de tener a toda su familia encuadrada en esa organización liberticida volcada en la imposición del miedo en las calles de Cataluña.

Los capos separatistas han seguido mostrando su apoyo a los nueve detenidos incluso después de saberse que estaban dispuestos a perpetrar una matanza, lo que pone de manifiesto, una vez más, la catadura moral de unos indeseables que no dejan de demostrar que son los peores enemigos de Cataluña.

Este siniestro desarrollo de los acontecimientos no puede resultar extraño a quien venga siguiendo la actualidad catalana desde que los nacionalistas se echaron al monte. En Cataluña, escenario de algunas de las peores matanzas de la organización terrorista nacionalista ETA, criminales como Arnaldo Otegi han sido agasajados y homenajeados en repetidas ocasiones por el separatismo, que de hecho ha convertido al líder de Bildu en una suerte de gran referente incluso moral.

Con este ominoso caldo de cultivo, que los medios financiados por la Generalidad se encargan de mantener en permanente estado de ebullición, solo era cuestión de tiempo que los más radicales pasaran de las palabras a los hechos terroristas. Otra vez, pues sólo desde la más injustificable ignorancia o desde la pura maldad se puede negar la vinculación del nacionalismo catalán con el terrorismo, no sólo el callejero. Piénsese sin ir más lejos en Terra Lliure, cuyos dirigentes son de hecho ensalzados abiertamente por medios y capos separatistas.

Si, tras todos estos años de batasunización del nacionalismo catalán, en los que éste ha tomado del mundo proetarra lemas, consignas, parafernalias y hasta referentes políticos, surge en Cataluña una especie de ETA, será una tragedia lamentablemente muy anunciada. Y la culpa, la tremenda e imperdonable culpa, la tendrán los infames capos separatistas que incubaron el huevo de la serpiente.

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