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Agapito Maestre

España, un Estado polichinela

La nación española, el Estado-nación, España, hoy es un barco sin rumbo. Pronto se consumará su deriva.

Todo el mundo lo intuye y algunos lo decimos. La nación española, el Estado-nación, España, hoy es un barco sin rumbo. Pronto se consumará su deriva. Dicen que, antes de fin de año, Pedro Sánchez dejará de estar en funciones de presidente del Gobierno para ejercer el cargo de modo legal y, seguramente, más tiempo del que algunos creen. Asistimos al inicio del fin de la democracia española. Todo lo que venga, no lo duden, será agitación, propaganda y miseria. Un Gobierno de socialistas, comunistas y separatistas, más el apoyo de otros partidos secesionistas y localistas, no dejará pasar la ocasión de establecer un régimen político de carácter totalitario. Experiencia en la cosa tienen los socialistas y, por supuesto, hay precedentes en España y en el extranjero.

Por otro lado, no creo que la llamada derecha española, hoy por hoy, tenga fuerza, inteligencia e imaginación para detener lo que se nos viene encima. Todo será, pues, violencia institucionalizada contra la nación, que es, guste o no, el fundamento de toda democracia. Se protegerá, cuidará y mimará a quienes en Cataluña dieron un golpe de Estado. He ahí la principal prueba de que el golpe fue real y triunfó. España como nación está al final… Por si la cosa no hubiera quedado clara para alguien, los socialistas de Iceta y Sánchez, o sea los socialistas, ya han dicho que España tiene siete u ocho naciones. El Estado, pues, seguirá funcionando como un polichinela en manos de las castas políticas separatistas, comunistas y socialistas. De la derecha, pues, no digo nada, porque no se entera, o peor, está contribuyendo con su desidia, chulería e indolencia a que se instale en la Moncloa un gobierno que pisoteará todo lo que les da vida: la unidad de España.

De hecho, este Gobierno en funciones ya actúa con la arbitrariedad de quienes hacen del Estado-nación una Administración a su servicio… La reacción agresiva del Gobierno en funciones de Sánchez interviniendo las cuentas del mesogobierno andaluz es propia de unos gobernantes arbitrarios, o peor, dictatoriales. La ministra actual interviene las cuentas de Andalucía, sí, porque ella se saltó la legalidad cuando era consejera de Hacienda de la Junta. ¡Vivir para creer! Son gamberros y, además, hacen ostentación de la tropelía cometida con el peor grito de la España casticista y violenta: lo hacen porque les da la gana. No son, en verdad, gamberros. Son cruelmente casticistas.

Pero esa intervención represiva contra el Gobierno regional de Andalucía no es nada más que el inicio de una serie de actuaciones, prohibiciones y persecuciones que acabarán destruyendo lo poco que queda de democracia en España. Muerta la nación, sí, ahora matarán la principal regla de la democracia: el respeto a las minorías. A la oposición pronto empezarán a criminalizarla, incluso no descarten que algunos de sus partidos sean ilegalizados. Aquí no se respetará nada más que lo dictado por las mayorías formadas por separatistas, comunistas y socialistas. No crean que exagero. La arbitrariedad cerril de Sánchez será lo menos malo del Gobierno que nos espera. Preparémonos para lo peor. La nación está a punto de desaparecer, y en su lugar quizá, tengamos ocho, nueve o más naciones, tantas como les apetezcan a los señores que controlan el Estado-polichinela.

Separatistas, socialistas y comunistas conformarán un Gobierno del que desaparecerá formal y fácticamente España como Estado-nación. La unidad de España, muy pronto, ya no estará puesta en cuestión, ojalá, sino que se jugará con ella en función de los intereses de la élite en el poder. La cosa, ya digo, no es nueva. En España tiene una larga y trágica historia, incluso nos condujo a varias guerra civiles, aunque la más horrible de todas fue la del 36 al 39. ¿Ahora volvemos a estar como en el 34? Creo que no. Estamos mucho peor. Entonces todavía quedaba una izquierda que defendía la nación, ahora eso ha desaparecido por completo. Esa pequeña izquierda está escondida o dando grititos en los programas de la radio de los curas. Nada. Han triunfado, definitivamente, las tesis de Bosch Bimpera y la familia Carretero, las tesis del derecho a la autodeterminación de los socialistas de Surenes y los comunistas de Tamames del 75. El derecho de autodeterminación, la mayor irrealidad de la historia de España, y base de todas las andróminas de nuestra política política presente, hace furor entre los golpistas y los traidores a la unidad nacional.

Pero hay algo peor que todo eso, sí, mucho peor que el panorama que describo, es que nadie parece escandalizarse por que Casado y Abascal, los políticos que lideran la derecha, aprueben con su negativa a abstenerse un Gobierno al que le importa una higa la unidad de España. La señora Arrimadas ha hecho un intento de romper la dinámica de socialistas, comunistas y separatistas, pero nadie la he escuchado, porque su mensaje nace medio moribundo.

Y todavía mucho peor que esos fracasos es la pregunta que nos hacen muchos listos a Pedro de Tena y a un servidor: "¿Creéis de verdad que es necesaria la organización de una asociación de Resistencia de la Democracia Española?".

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