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Emilio Campmany

A otro perro con ese hueso

Sánchez e Iglesias tienen que escenificar un supuesto divorcio para que el primero no pierda a su electorado más moderado y el segundo conserve al suyo más radical.

Sánchez e Iglesias tienen que escenificar un supuesto divorcio para que el primero no pierda a su electorado más moderado y el segundo conserve al suyo más radical.
Pedro Sánchez y su aliado de referencia, Pablo Iglesias. | EFE

Se especula acerca de por qué Iglesias ha abandonado el Gobierno. Se dice que para evitar que su partido pueda caer por debajo del cinco por ciento en las recién convocadas elecciones madrileñas e impedir que quede sin representación. Es lo obvio. También se dice que para intentar absorber a Más Madrid proponiéndole una alianza electoral que no pueda rechazar. Eso ya le ha salido mal y, si ese hubiera sido uno de los objetivos, habría intentado cerrar un acuerdo antes de decir que se presenta. ¿Basta para entender lo ocurrido?

¿Quién puede aceptar que, por evitar una derrota total en Madrid, vaya un tipo como Iglesias a abandonar la política de primera división para concentrar su esfuerzo en el campanario madrileño? No es verosímil. Todos sabemos que antes de las próximas generales Sánchez e Iglesias tienen que escenificar un supuesto divorcio para que el primero no pierda a su electorado más moderado y el segundo conserve al suyo más radical. Por otra parte, es igualmente evidente que en el interés de ambos está el que las próximas elecciones generales sean después de darse por superada la pandemia pero antes de que la economía se revele hundida para años. Y eso ocurrirá aproximadamente en noviembre.

Todos pensábamos que la ruptura entre Sánchez e Iglesias iría acompañada de la salida de Podemos del Gobierno y la consiguiente convocatoria de elecciones. Pero este natural modo de comportarse impediría a Iglesias desmarcarse del todo de la política del Gobierno porque, llegado el día de votar, estaría demasiado reciente en la retina de todos su presencia en el Consejo de Ministros. En cambio, su prematura salida con el pretexto de presentarse a las madrileñas le permite desentenderse de lo que Sánchez haga en los próximos meses sin necesidad de hacer caer el Gobierno. 

Es verdad que dice que se presenta en Madrid. Pero puede darse por hecho que el 5 de mayo renunciará al acta que consiga en la Asamblea de la comunidad para poder conservar su cargo de diputado. Y es verdad que ha dicho que Yolanda Díaz será la candidata de Podemos a la presidencia del Gobierno de España, una vez que él ha renunciado a la política nacional. Francamente, no lo creo. Y si Díaz se lo cree es que no es la bolchevique que dice ser. 

Esto no significa que las próximas elecciones generales vayan a ser este otoño necesariamente. Quiere decir solamente que es lo que espera Iglesias que ocurra si el tiempo y la pandemia lo permiten, porque sabe o sospecha que esa es la intención de Redondo y Sánchez. En cualquier caso, y más allá de toda especulación, lo que no hay quien se crea es que Pablo Iglesias haya decidido de verdad dedicar su vida a la política regional. A otro perro con ese hueso.

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