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Antonio Robles

El obispo endemoniado

Muy buen profesional no debía de ser si el demonio se le había colado en el confesionario sin darse cuenta.

Muy buen profesional no debía de ser si el demonio se le había colado en el confesionario sin darse cuenta.
Xavier Novell, entrevistado por Buenafuente | Imagen de vídeo

No tenemos remedio, para una vez que el obispo de Solsona hace lo correcto, media Cataluña se le echa encima. ¡Con las oportunidades que ha tenido a lo largo de estos últimos años para acusarlo de estar endemoniado, ha de ser el roce y gozo con una escritora erótica la excusa para satanizarlo!

Este es el nivel de la Cataluña nacionalista, acusa al pobre diablo de estar poseído por gustarle lo que le gusta a todo Dios, y le ha pasado por alto durante años su manía de exorcizar a homosexuales para curarlos de su tendencia a encamarse con quien les viene en gana. Hay que reconocer que a Lucifer le da por meterse en cada fregao

Todo hay que decirlo, Xavier Novell no hacía intrusismo laboral, el obispo es un profesional del exorcismo. Poca broma. Que hoy llamas al fontanero y se te presenta un cualquiera para dejarte el fregadero hecho unos zorros. El obispo de Solsona no es así, él es un profesional, un enemigo titulado contra Satanás. Aunque, como clama el refrán, en casa de herrero, cuchillo de palo. Porque, yo me malicio, muy buen profesional no debía de ser si el demonio se le había colao en el confesionario sin darse cuenta. O eso dice la monja Lucía Caram. Sí, la monja argentina, la misma que dijo estar enamorada de Artur Mas en plena travesía a Ítaca. Que si desequilibrado, que si poseído, que si ya se veía venir… Las malas lenguas nos recuerdan que el Vaticano ya había recibido muchas quejas de la tendencia del obispo a rodearse de feligresas. ¡Vaya novedad! Como si el confesionario no fuera la línea erótica más sofisticada de la historia.

Pero a lo que íbamos, teniendo motivos sobrados para censurarle, ni siquiera le aplicaron su método exorcista para extirparle el veneno que su mentor y antecesor en el cargo, el obispo independentista Antonio Deig, le inoculó de novicio entre rosarios y penitencias. ¿Nadie le recordó que servía a una Iglesia universal donde se predica eso de "A Dios lo que es de Dios y al César…"? Por estas tierras esas contradicciones de andar por casa las tenemos superadas con la ley del embudo, "lo ancho pa mí, lo estrecho pa ti". Pedimos indignados el derecho a decidir la autodeterminación y somos incapaces de permitir ese mismo derecho a los niños que quieren estudiar en castellano. El fet diferencial de la democracia catalana. Parecido al montaje de Malasaña.

Por el contrario, le ponen verde por encamarse con una señora, que por lo que escribe y declara a más de uno se nos ponen los dientes largos. Ha sido finalmente coherente, ha dejado el cargo o se lo han hecho dejar. ¿Acaso creen que nos vamos a enterar de la verdad? Lo cierto es que este señor se ha enamorado, se ha encaprichado o ha visto la luz, ¡qué más da! No nos pongamos campanudos, si repasásemos cada una de las lujurias, infidelidades o cualquier otra forma de rozamiento que practica el común de los mortales tras los visillos de su habitación, y las expusiéramos a la luz pública, es posible que el eje de la Tierra colapsase.

Más allá del morbo y el chismorreo, hemos corroborado de nuevo que en estos tiempos posmodernos el ser de las cosas depende más de la frivolidad y el escándalo que de su valía intrínseca. A la escritora Silvia Caballol no la conocía ni Dios (con el diablo parece que tenía más cercanía), y sin embargo hoy es imposible encontrar su libro de literatura erótico-satánica, El infierno en la lujuria de Gabriel. Ni siquiera se encuentra a 190 euros en el mercado de segunda mano.

Como decía el clásico, ande yo caliente y ríase la gente. Con lo acontecido ya tiene material para el próximo libro. Todo queda en casa. El problema vendrá cuando Lucifer le pida derechos de autor. ¡Ay señor!

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