
Tenemos un presidente del Gobierno que vela por el cumplimiento de la Constitución, no solo porque ha de hacer honor a la promesa realizada el día de su nombramiento, sino como fruto de su más profunda convicción. Lo dijo muy claramente ayer a las puertas del Congreso en la conmemoración de un nuevo aniversario de aquélla, para que las fuerzas disgregadoras que buscan torcer el espíritu de la Carta Magna sepan con quién se están jugando los cuartos: aquí la Constitución se va a cumplir "de pe a pa".
¿A quién iba dirigida la admonición de Sánchez? Pues, naturalmente, al PP y a Vox, los dos partidos que, hoy por hoy, constituyen el principal riesgo para nuestra convivencia democrática. Para Sánchez, podemitas, bilduetarras y demás separatistas pueden seguir tranquilos amenazando con golpes de Estado (Título I) o abogando por la desaparición de la Corona (Título II), dos detalles menores que no deben desviar nuestra atención respecto a los verdaderos enemigos de la Constitución.
La presidenta del Congreso hizo también su contribución intelectual a los fastos conmemorativos señalando al partido de Abascal como responsable directo de las turbulencias antidemocráticas que hemos vivido en este último año. Los recursos de Vox al Tribunal Constitucional (todos ellos fallados a su favor) son un ataque al régimen, al contrario de lo que hacen los socios del PSOE condenados por intentonas golpistas y colaborar con organizaciones terroristas, que para Batet deben de ser dos formas creativas de consolidar el Estado de Derecho y fortalecer nuestras instituciones.
El problema del sanchismo es que confunde su Gobierno con la democracia, de manera que quien se opone al dictado del socialcomunismo zarrapastroso ha de quedar señalado como enemigo de nuestro régimen de libertades. Pero es justamente al contrario. La mejor forma de fortalecer el orden constitucional y preservar el Estado de Derecho es plantar cara a Sánchez y a sus conmilitones, dispuestos a dinamitar el régimen surgido de la Transición para poner en marcha su proyecto republicano, en el que la derecha, en todo caso, será tolerada, pero jamás habilitada para que pueda gobernar.